La vida real de un director de cine, no es de pelicula: Eduardo Arroyuelo

La vida real de un director de cine, no es de pelicula: Eduardo Arroyuelo

Por Edmundo Cázarez C
-Primera de dos partes-

Es muy común que cuando vamos al cine a ver una película, nos imaginamos el enorme capital que tuvo que invertirse para su producción y hasta con cierta ligereza, suponemos que todos los que intervinieron en ella, recibieron grandes fortunas como merecido pago a su esfuerzo. Pero hay un refrán que dice: “El León no es como lo pintan”, y tal parece encajar a la perfección. ¿Por qué digo esto? Hace unos días, tuve la oportunidad de entrevistar a Eduardo Arroyuelo, un actor convertido en un dinámico y hasta “locochón” director de cine, que posee la triple nacionalidad: mexicana/americana/española, y a quien me atrevo calificar como un “gladiador” de la industria del celuloide. Conversar con él, me deja en claro que las apariencias engañan por los secretos que existen detrás de una película y subraya que la vida real de un director de cine, de ninguna manera es de película.

A Eduardo Arroyuelo Woolrich, paradójicamente, le ha sucedido de todo en la vida y como si se tratara de una película. Tan es así, que aún no logra reponerse del tremendo susto que sufrió recientemente al explotarle su celular muy cerca de la cara y que estuvo a punto de terminar en tragedia.

Chilango de corazón, a sus 48 años de edad, en entrevista exclusiva para INDICE POLITICO, nos cuenta que a la edad de 7 años inicia su carrera artística, haciendo comerciales para Sabritas y debido al éxito logrado, en 1994, Televisa le ofrece la exclusividad para debutar en la pantalla chica en 15 telenovelas, entre las que destacan Agujetas de color de rosa, luego, siguieron Todo por amor, Mi generación, Mi pequeña traviesa, Para toda la vida y María la del Barrio. En el 2000 debuta en la pantalla grande con la cinta Antes que anochezca. Posteriormente participa en las películas 7 días, Erótica, Luz de Luna, Actores S.A. y Sobre ella.

Amable y sencillo en su trato, accede ser entrevistado dentro de las instalaciones de los Estudios Churubusco, en donde se encuentra su refugio creativo, una reducida oficina en el segundo piso del edificio destinado a los productores cinematográficos. Acompañado de su socio y amigo Armando Herrera, quien funge como director financiero de sus producciones, no puede esconder su emoción. Nos revela que aún sin estrenarse comercialmente su primera película, “El Efecto Mandela”, ha recibido 7 premios en Festivales Internacionales de Cine, motivo más que suficiente para seguir adelante como director y productor cinematográfico.  
-¿Cómo te va en la vida?
-Nos va muy bien. A decir verdad, estamos muy laboriosos, nos sentimos muy contentos con el resultado que ha tenido la película El Efecto Mandela. Sinceramente, ha sido un proyecto que me ha absorbido totalmente. Amén de la atención y amor que merece mi hija.
-¿Un cineasta de tiempo completo?
-No he hecho otra cosa que dedicarme en cuerpo y alma a la película. El resultado que ha tenido la película me llama mucho la atención porque quedó muchísimo mejor de lo que proyectamos al inicio, y eso, nos inyecta una sensación sumamente satisfactoria ya que nos mantiene muy contentos.
-Con un resultado así, no me explico por qué deberían estar tristes…
-Podríamos estar muy tristes y hasta enojados si las cosas hubieran sido totalmente diferentes, pero estamos muy contentos porque todo salió bien
-¿La vida es una película?
-Esta es una muy buena pregunta y asociándola con el tema esencial de la película que encierra un cuestionamiento de la realidad.
-¿Desde niño deseaste llegar a ser un productor y director cinematográfico?
-Desde niño crecí en los foros de los Estudios Churubusco, siempre, imaginándome que mi vida sería dentro de una película.
-¿Los sueños se cumplen?
-Mira, el cuestionamiento de la película El Efecto Mandela, me transporta a otras dimensiones de la realidad que puedo estar viviendo al mismo tiempo.
-¿Insisto, el cine quiérase o no, es un reflejo de la vida misma?    
-Una parte que me llama mucho la atención, es asociar siempre el cine cuando está bien escrito y construido con la vida real. Es un paradigma aristotélico/cíclico, que cuando ves cualquier obra de teatro o una película que está bien escrita, siempre, el héroe va pasando a través de la misma etapa y en ese sentido, me siento idéntico a cualquier personaje de la vida real. Con estos ciclos de transformación en los que constantemente nos estamos moviendo de una cosa a otra.
-¿Echarle ganas a pesar de todas las vicisitudes que se presenten?
-Es luchar y seguir un objetivo, por algo que queremos. El camino de la vida está lleno de obstáculos, y al final, te das cuenta que no siempre es lo que tú quieres o lo que necesitas.
-¿Una absoluta indefinición e incertidumbre?
-En ese sentido, me llevó mucho tiempo deducir cómo podía asociarlo a la estructura dramática general, tanto en el teatro como en el cine. Pero cuando las películas están bien escritas, definitivamente, siempre son el reflejo de un momento de la realidad que vive cualquier persona.
-¿Encuentras algún paralelo entre la película El Efecto Mandela y Eduardo Arroyuelo?
-Es lo mismo. Nuestro objetivo principal era hacer una película. Jamás imaginamos cuáles serían los obstáculos a los que nos enfrentaríamos ni qué tipo de transformación encontraríamos, pero al final del día, acabó sucediendo tal cual. Digamos que siempre tendremos dos películas al final. La primera, la que terminamos. Y la segunda, es el llamado Making Off. O sea, la historia de nosotros y del cómo realizamos esa película. Por cierto, El Efecto Mandela tiene una making off muy interesante y hasta didáctico para compartir.
-¿Por qué al niño Eduardo le llamaba la atención lo que había detrás de cada película?
-Creo que lo que influyó sobremanera, fue que siempre he tenido una memoria a largo plazo. Un niño con una memoria telúrica y como consecuencia de la separación de mis padres, y de alguna manera, hasta caótica. Siempre tenía esas ganas de estar filmando. Desde que tenía uso de la razón, las cámaras me llamaban muchísimo la atención, tanto fue así, que mi abuela me hizo el generoso favor de que, en lugar de llevarme a pasear al parque, me llevaba a participar en los llamados de “casting”
-¿De verdad...?
-Sí, de este modo y para mí, representaba estar lo más cercano a la cinematografía. Era fantástico participar en infinidad de comerciales, que en ese entonces se filmaban en 35 milímetros.
-¿A tu corta edad, que sentías participar en esos comerciales?
-Evidentemente, me hacía ilusiones que ya era un “set” para mí.
-¿Ya vislumbrabas que de adulto serías actor o algo así?
-En efecto, en ese tiempo no me imaginaba aun que llegaría a ser productor, ni mucho menos director. Aparecer a cuadro tiene algo de magia. No obstante que la industria cinematográfica en México no era muy fuerte que digamos, pero la publicidad sí.
-¿Qué películas veías en ese entonces?
-Me llamaba mucho la atención ver películas en inglés y quizás, para mí, era como estar en otro planeta. Nunca me imaginé que México iba a “brincar esa cerca” como ahora. Hacer cine en México o en Estados Unidos es exactamente lo mismo, gracias a la globalización.
-¿Una infancia interrumpida?
- Fue una infancia muy inquieta en ese sentido. Tuve la fortuna de empezar a trabajar muy chiquito. A los seis años ya participaba en las audiciones.
-¿Cuándo hiciste tu primer anuncio?
-A los siete años de edad para la marca de pantalones Levis… Guauuu, me encanta que en tus entrevistas te preocupes por destacar el aspecto humano de tus entrevistados. Déjame contarte una etapa muy poética, y la verdad, hermosa que viví…
-Tu cuéntamelo todo…
Ahí te va, todo empezó así. Tenía cuatro años y me acuerdo perfectamente que estaba solito en mi recámara…
-¿En dónde vivías?
-En Bosques de las Lomas, Mi cuarto era enooorme para mí. Lo único que tenía era una televisión de los años 80´s que parecía un monstruo. Me le quedaba viendo fijamente a su enorme pantalla y descubro que mi hermano había sido reducido y estaba dentro de la pantalla.
-¿Te impactó?
-Uff, sobremanera. Cuando veo eso, no entendía cómo demonios mi hermano estaba ahí adentro hecho pequeñísimo…
-¿Qué hacía tu hermano en esa imagen dentro de la tele...?
-Resulta que este cabrón, estaba rodeado de chicas hermosísimas en el interior de una casa de campaña y comiendo chocoroles. Estaba totalmente seguro que mi hermano se había metido a esa caja y estaba prisionero dentro de la caja. Salí del cuarto todo despavorido, corriendo y con lágrimas de terror en los ojos, llegué hasta donde estaba mi mamá y le jalé su faldita, balbuceando, le expresé que mi hermano estaba prisionero y que se lo había chupado esa chingada caja….
-¿Cuál fue la reacción de tu mamá?
-Mi mamá, muy tierna, me sentó en sus piernas y me tranquilizó. Me explicó que un mes atrás, estando en un centro comercial, una directora de “castings” había encontrado a mi hermano y lo contrataron para el anuncio que se había filmado previamente. Que todo lo que había visto en la pantalla de aquel monstruoso televisor, era una producción de lo más chingón y hasta le pagaron.
-¿Ahí te cayó el veinte?
-Exacto, inmediatamente descubrí que eso era a lo que me iba a dedicar, pero, sobre todo, quería estar rodeado de las mismas chicas y comiendo chocoroles y además cobrando una muy buena lana.
-¿En dónde comenzó el problema...?
-Cuando le dije a mis papás que, eso, era lo que quería hacer de mi vida, nadie, pero nadie, estaba de acuerdo.
-Bueno, para ti, era muy gratificante haber nacido en pañales de seda, además, no tenías nada de qué preocuparte…
-Mmm, a decir verdad, en mi mente aún no tenía esa concepción…
-¿A lo mero macho…?
-Mi familia es como medio compleja en ese sentido. Por un lado, ha habido, quizás, un poco de opulencia. Pero por el otro, tenían muchísimas carencias siempre. Mi vida ha sido como por etapas incompletas.
-¿Un divorcio que complicó todo?
-Exacto. Por un lado, estaban separadas las casas. Durante un tiempo vivía en una colonia “fifí” con mi papá, y luego, con mi mamá en otra colonia no tan “fifí”
-¿Eras el pobre de los ricos y el rico de los pobres?
-Ja,ja,ja, te voy a robar tu frase. Eso generaba mucho rechazo. Pero por otro lado, era una adaptación muy fácil a mi entorno. Aprendí a comunicarme muy bien con ambos. A partir de eso, aprendí a mantener una excelente relación con cualquier tipo de persona y estrato social.
-¿Solo tuviste un hermano?
-No, un hermano y una hermana.
-¿Cerraste con “broche de oro” la fábrica de hacer niños?
-Pues no lo sé, pero me tocó ser el más pequeño. Ellos, se quedaron a vivir del lado de Bosques de las Lomas. Ja, ja, ja. Mientras que ellos eran los “fifís”, a mí, me encantaba revolcarme en la tierra y limpiarme los mocos con la mano.
-¿Hacer cine, se trata de zambullirte en el lodo?
-Wooow, que buena descripción has hecho. ¡Exacto!! Hacer cine se trata de revolcarte en el lodo
-¿Un auténtico nerd camuflajeado?
-Fíjate que no. Era un niño con enorme facilidad de aprender. Inexplicablemente, jamás prestaba mucha atención en las clases… ¡y siempre sacaba dieces!! Evidentemente, todos los problemas que tenía en la escuela eran por indisciplina porque me aburría muchísimo. Cuando veía que explicaban una y otra vez las cosas, aprovechaba para echar desmadre en el salón. Le daba un “zape” al compañero de adelante y a las niñas les jalaba las trenzas.
-¿Un niño fuera de lo normal?
-Con los años, me percaté que no tuve una infancia nada normal.
-¿Te hacían las tareas?    
-No, nadie. Aunque no me lo creas. Tanto en mi casa como en la escuela se sorprendían que cumpliera con las tareas. Mira, la primera etapa de la primaria, porque estuve en varias escuelas. Estuve en donde te daban las calificaciones del más pendejo al más brillante y cuando iban por el número tres, me tronaba los dedos y me decía por dentro… “uta madre, ya se olvidaron de mi otra vez” Pero como los gritones de la Lotería Nacional, decían: ¡El primer lugar es Eduardo Arroyuelo!!
-¿Trágame tierra?
-No, al contrario, apostaba que estaban en un error. Hasta en mi casa se preguntaban ¿Qué demonios pasa con este pinche escuincle?
-¿Creciste con un complejo de subestima?
-De alguna manera, crecí con ese tipo de sentimiento de negación
-¿Pero qué tal con tus cartas a Santa Claus o los Reyes Magos?
-Nunca creí en ellos. Siempre estuve muy alerta y me di cuenta que tanto Santa Claus como los Reyes Magos eran nada más ni nada menos que mis papás. Desde mi lógica, apostaba que ese pinche viejo panzón no cabía por la chimenea de mi casa, ni mucho menos con su costal lleno de regalos. Por más que me asomaba por las ventanas, jamás vi un pinche camello ni un elefante.
-¿A ti, no te hacían tonto?
-Pero para nada, sin embargo, descubrí que tenía una enorme facilidad para creer otro tipo de cosas que sabía perfectamente que no existían.
-¿Eres tan irreverente que cuando naciste, al doctor que te dio la nalgada, se la hiciste de tos?
-Pues ni eso. según me contaron, jamás debí haber nacido por un problema de placenta previa. Los doctores que atendieron a mi mamá en el Hospital de México, dijeron que había sido un verdadero milagro que estuviera vivo, porque la mayor parte de los bebés se mueren antes de nacer
-Cuando te contaron esto ¿Cuál fue tu actitud?
-No cabe duda que siempre he sido totalmente resiliente desde el útero de mi mamá. Cuando me contaban estas historias, no comprendía ni asimilaba cabalmente que las condiciones de vida, de alguna manera, como que me querían matar. Total, me dijeron que nací gracias a una cesárea. Seguramente, que lo primero que hice fue pintarle “güevos” a los doctores, a las enfermeras y hasta les dije por dentro… ¡Pues ahora me aguantan!!
-¿Total, ya habías llegado, a ver quién te aguantaba?
-Exacto!!, ahora me aguantan. Luego, hay una historia muy simpática que nunca he contado, pero además y por favor, no hay que quitarle la connotación lúdica. Cuando mi hija venía en camino, yo sufría de terribles mareos y náuseas tremendas…
-¿Y eso...?
Después me entere que se debe a una hormona que al papá le reconoce. Un día, mi mamá antes de fallecer, lo que no sé, es que si me lo dijo era en serio o era broma…
-¿Pero qué te dijo?
-Me dijo: “Cuando estaba embarazada de ti, también tenía muchísimas náuseas y mareos”. Le pregunté ¿Cómo demonios te los quitabas?, simplemente me dijo que se los quitaba el olor a gasolina. Cada vez que tenía náuseas, mi papá se la llevaba en chinga a la gasolinera más cercana a pegarse sus “chemos”.
-¿A eso se debe tu adicción al “chemo”?
-Exactamente, lo más curioso, desde la panza de mi mamá ya me daba mis “toques”
-¿En la primaria buscabas thinner o gasolina para ponerte a “volar”?
-Ja, ja, ja. Estoy seguro que eres brujo o un pinche sicólogo. Ahora que recuerdo, dentro de mi cabeza había algo que me decía que buscara esos “estímulos” para sentirme contento….
-¿A lo mero macho, eres drogadicto...?
-Deja eso. Lo más inexplicable, era que no estudiaba ni madres y sacaba muy buenas calificaciones. No entendía cómo era posible que me la pasaba echando desmadre y me fuera tan bien en las calificaciones.
-¿En lugar de traerte la cigüeña, eres un enviado de Woody Allen.?
-Ja, ja, ja. ¡Exacto!! Las condiciones coinciden a la perfección para ser un enviado de Woody Allen. Recuerda que la fórmula de comedia de Woody Allen es tragedia+tiempo, algo que siempre aplicamos aquí en los Estudios Churubusco. Me pasan las cosas más inusuales.
-¿Un auténtico mitómano patológico?
-¡Vaya!!, le diste al clavo. Eso es, soy un mitómano patológico y hasta tengo testigos que si me pasan esas cosas.
-¿El que busca, encuentra?
-A decir verdad, no soy dado en atesorar muchos objetivos, sino más bien, son poquitos y muy específicos. Tampoco soy una persona muy provocadora, sino que me dejo llevar por el flujo y resolviendo las cosas conforme vienen para lograr cumplir con equis objetivo y de la mejor manera.
-¿Un loco atrabancado?
-Yo diría que más bien, muy atropellado. No creas que me fluyen muy fácil las cosas porque todos los días las cosas se me descomponen. Creo que he aprendido a tener un gran desarrollo para tener esa resiliencia y saber resolver las cosas para seguir adelante.
.-¿Un niño problema?
-Pues era muy desmadroso en mi casa, con mis primos y hasta con mi abuelita. Lo que más me confundía, es que se atacaban de risa, yo no entendía qué les causaba gracia y más le seguía en ese sentido. Cuando era niño, no existían las tabletas ni los celulares ni tanta información como ahora. Era horrible consultar los libros de texto con pésimas ilustraciones y textos no pensados a la mentalidad de los niños, sino más bien, con la mentalidad de un adulto.
-¿Un niño promiscuo?
-Más que promiscuo, era un mocoso que maquilaba una serie de pendejadas
-¿Qué es lo que te mantenía quieto?
-Ir a las audiciones. Pero lo mejor de todo, es que no éramos muchos los niños actores sino como siete nada más.
-¿Qué hacías mientras esperabas tu turno en el “casting”
-Me ponía muy tenso y todo “ñoño”. Me cagaba que me peinaran con gel, quedaba todo relamido, curiosamente, me ponía quieto. Era un mundo que me apasionaba. Ver las cámaras, los reflectores y muchísima fantasía que se respiraba en los sets. Era una magnífica escapada de mi mundo real. 
-¿Qué programas de televisión veías en tu casa?
-Solamente las caricaturas de canal 5, pero no era de mucho ver la tele.
-¿Seguidor del “Tío Gamboín”
-Un día, me mandó saludos al “aire” y me dio muchísimo gusto, pero lo que era Rogelio Moreno, me caía de la patada. Nunca entendí porque era un señor tan mayor de edad y hacia sus payasadas peor que si fuera niño y sin una gracia.
-El Tío Gamboín era muy tierno y amable con los niños…
-En efecto, era muy cálido con los pequeños y hasta “bonachón”. Un abuelito muy tierno.
-¿A Chabelo sí lo soportabas?
-Chabelo tenía sus cosas graciosas y me caía bien. Vivía con la ilusión de que me llevaran a su programa, pero nadie de mi familia tuvo la atención de hacer realidad la ilusión de un niño. Cuando les insistía que me llevaran, lo único que me respondían era… “Que güeva, hay que llegar a las 5 de la mañana a Televisa” 
-¿Un escuincle resentido…?
-No me quedaba otra que conformarme con tener que hacer más anuncios y comprarme la bicicleta que me quería ganar con Chabelo.
-¿En la secundaria ya no eras tan “berrinchudo”?
-Parte de la primaria la cursé en Estados Unidos, y eso, me cambió muchísimo la forma de ver el mundo…
-¿Vivías en Hollywood o en la Base Espacial de la Nasa?
-Ja, ja, ja, bueno hubiera sido. No hombre, llegué a un pueblo “hippie” Monterrey, California, en donde la mayoría de los niños traían el pelo pintado y largo, “aretes”. Hasta la ropa que usaban era de muchos colores. Perfectamente adaptados a su tipo de sociedad…
-¿Lo veías como si fuera anormal?
-¡No!!, al contrario, lo veía como un signo de libertad y respeto a la persona
-¿De regreso a México, ¡zaz!!, todo lo contario?
-Pues sí. El ingreso a la secundaria con un uniforme ya de regreso a México, fue una de las peores etapas de mi vida y el caos de esa infancia se reventó a todo lo que dio…
-¿Cuántas materias reprobaste?
-¡Todas!! Una vez más, pensaba que el problema era yo. Hasta que llegué a tercer de secundaria, puse un poco más de atención. Me dí cuenta que era un problema social dentro de la escuela…
-¿…Te habías equivocado de planeta?
-Descubrí que era una persona capaz de aprender las cosas de manera muy rápida. De hecho, siendo ya un actor, llamémosle “popular”, me encontré a uno de los que habían sido mis compañeros en la secundaria, me dijo que le daba mucho gusto verme transformado en una persona muchísimo más seria y formal… Uff, al escuchar eso, por dentro, sentí que por mis venas corría fuego y no sangre…
- ¿Pensaste agarrarlo a golpes?
-Exacto, no tenía ningún derecho de juzgarme. Esos tontos prejuicios que se forma la gente sin saber lo que sucede en el entorno de tu vida.
-¿El reflejo de una adolescencia caótica?
-Lo acabas de decir a la perfección… Edmundo, ¿Acaso estudiaste sicología?...
-No, pero mejor sígueme contando…
-Acepto que tenía una familia muy disfuncional, pero a la vez, muy funcional…
-¿…Cómo está eso?
-Tenía unos papás divorciados. Déjame decirte que, a la edad de 13 años, ya me había cambiado mínimo, unas cuarenta veces de casa. Mi papá parecía judío errante, a mi mamá no le quedaba otra que buscar en donde vivir. Al final de cuentas, íbamos a caer a la casa de la abuelita.
-¿Tu adolescencia y pubertad se desarrollaron dentro de una maleta?
-Prácticamente sí. Pero lo que es peor, es que así lo sigue siendo… ¿Un tanto irónico no crees? Por más que he querido cambiarlo, sigo siendo una persona nómada.
-Bueno, tampoco te tires al piso, la vida no es otra cosa que un simple soplo…
-¡Órale!!, me sorprendes. Estoy completamente de acuerdo contigo. Eduardo Arroyuelo es un ser que siempre ha estado y seguirá estando en movimiento…
-¿Flojito y cooperando?
-Ja, ja, ja, pues sí, de la mejor de las maneras.
-¿Un niño actor “popular” como le llamas, era solamente por hacer comerciales?
-Vaya, que duro eres. Tardé más de un año haciendo cientos de comerciales y de todo tipo. Como te platicaba, gracias a la campaña publicitaria de los pantalones “Levis”, era como un “paquete completo”, es decir, me hacían ropa a la medida. Hasta me hicieron un tanto famoso salir en comerciales de la tele y en el cine. Me di cuenta que podía vivir de eso.
-¿No tenías otras inquietudes que el dinero fácil?
-Uff, cuando me dijo mi tío “Beto”, que ibas a venir a entrevistarme, jamás imaginé que me iba a someter casi, casi a una radiografía cerebral o mental.
-¿Bueno, ahora como director y productor cinematográfico, tu cometido es crear conciencia con tus películas y, antes, era mercantilismo puro…?
-Vaya que bonita pregunta. Ese es un cambio muy interesante para mi proceso creativo porque llegué a pensar que la publicidad era algo socialmente sano, hasta que dí cuenta de que me estaban explotando… ¡Lo único que querían, era que vendiera pantalones!!
- ¿Le agarraste cierta “fobia” a la ropa de “marca” porque ahora usas ropa Outlet?
-Vaya, qué observador eres. Surgió en mí un despertar de conciencia en contra de las corporaciones y marcas reconocidas.
-¿Te convertiste en un promotor al combate de ropa con marcas de prestigio?
-Algo así, durante dos o tres años, no me volví a poner ropa de marca jamás…
-¿Usabas pura ropa “delmer y delmon”?
-Exacto, del mercado y del montón. Si te fijas, mi ropa no contiene ningún logotipo de marca alguna. Ya no los uso, bueno, al menos que paguen.
-La publicidad tiene algo de bueno…
-Exacto, la publicidad tiene algo de positivo. Eso es lo que veía en ese entorno porque estaba muy bien hecha. Tenía muchísima producción y con enorme cuidado. Las filmaciones de anuncios eran realizadas con absoluta limpieza.
-¿Y la prepa?
-Tanto en la prepa como en la secundaria, me convertí en un atleta de alto rendimiento.
-¿Qué deporte practicabas?
-Hockey sobre hielo y llegué a ser seleccionado nacional. De hecho, a los 17 años estuve representando a México en un mundial de Hockey sobre Hielo en China. 
-¿No era una incongruencia? Eras un desmadre y para el deporte muy disciplinado…
-Aunque no lo creas, he sido muy disciplinado para algunas cosas. Los entrenamientos eran a las 5 de la mañana.
-El hockey sobre hielo, en sí, derrama violencia…
-Muy atinada tu apreciación. Me dí cuenta que la violencia no me llevaría a nada bueno. Tiempo después, hice algunos cursos sobre budismo estando en la prepa…
-Hace rato te pregunté sobre la prepa y no me respondiste…
-¡Tranquilo!! La prepa la hice en el Instituto Albatros, que lamentablemente ya no existe. Fue algo así como un paraíso aristotélico con un enooorme bosque, y en medio, había una cafetería en donde irónicamente, estaban los mismos maestros de la secundaria, pero muchísimo más alivianados. No tuve ningún problema de malas calificaciones, al contrario, eran puros dieces. Por cierto, ahí en la prepa, participé en algunas obras de teatro.
-¿Y lo del cine...?
-De manera simultánea, tomaba cursos en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, el famoso CUEC. Contaba con una enorme ventaja, ya estaba muy familiarizado con los sets, ahora, el complemento era la teoría.
-¿Dejaste de hacer “castings” para comerciales?
-¡Nooo!!, al contrario, eran mi sustento. Por cierto, una vez acudí a un llamado y la directora del casting me dijo que no lo podía hacer porque necesitaba actores profesionales…
-¿Se te cayó tu “teatrito”?
-Pues sí, como que llegó afectarme y mermarme un poquito. Ni tardo ni perezoso, me fui a tomar clases de teatro con Malena Doria.
-¿No te llamaba la atención ingresar al Centro de Educación Artística de Televisa (CEA)?
-Claro que también estuve en el CEA de Televisa.
-¿No te definías si querías ser actor o productor?   
-Siempre estuve completamente seguro que mi destino era hacer películas como director.
-¿Lo del teatro fue un sueño húmedo?
-No obstante que estuve en el CEA de Televisa, jamás, me aceptaron para hacer teatro, mucho menos en telenovelas.
-¿Qué sucedió? ¿No aceptaste ceder a las exigencias “intimas” de productores?
-No fue eso. Llegó el verano y curiosamente cerraron todas las escuelas de teatro en México. No existía la Casa del Teatro, ni nada. Fue un año totalmente muerto para el teatro, la única escuela que seguía abierta, era precisamente la de Televisa.
-¿Tocaste puertas en el aspecto laboral ya como actor?
-Fui a pedirle chamba a Guillermo Díaz Zayas y Marta Oliver, que era su asistente, me dijo que estaba muy chavito con 17 años. Insistía que me metiera al CEA. Una y otra vez, les hacía ver que no porque quería estudiar actuación, lo único que me interesaba era el cine.
-¿Por qué no pediste una beca en el CEA?
-Conocí al señor Eugenio Cobo, un señor sensacional. Me hizo una entrevista e ingresé al CEA pensando que recibiría un sueldo o algo así, además, ya pertenecía a una gran empresa televisiva. Por cierto, me tocó de maestro Alejandro Bracho, quien se dio cuenta que tenía una preparación muy sofisticada para las telenovelas de Televisa. Hasta dos años después, me ocuparon como “actor extra”, practicando hockey sobre hielo en una telenovela.
-¿A Dios rogando y con el mazo dando?
-Tiempo después, debuté en teatro experimental en “La Gruta”, con un tipo de obras abstractas y hasta medio aburridas. Ahí, fue cuando hice un balance entre el mundo Televisa y las grandes amistades que pude establecer como lo fueron Edgar Vivar…
-¿Y lo del cine...?
-Como no me “llenaba” lo que estaba haciendo, fue hasta que una novia me dijo: “Oye, la estas cagando ¿Por qué no pruebas con escuelas fuera de México? No te engañes, porque al CUEC, jamás vas a entrar. Pero yo le decía que el problema era yo.
-¿Nadie es profeta en su tierra?
-Algo parecido, hice una solicitud a una universidad de Nueva York y sin imaginarlo, a mi hermano que vivía allá, le llegó la carta en donde me aceptaban.
-¿Y qué hiciste?
-La neta, la carta de solicitud la mandé nada más de mamón y me dije, “chicle y pega” … ¡Y pegó!! Mi hermano me dejo que era una oportunidad de oro, que no podía dejarla pasar. No me quedó otra que alejarme del mundo Televisa. Me fui un año a Nueva York en donde aprendí todos los secretos del cine de primer nivel. Puedo decir con mucho orgullo que es mi “Alma Mater”, en cuanto al cine se refiere.


                                       -Continuará-

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