Tercera ola de Covid en fin de año podría ser devastadora advierten científicos
No solo nos enfrentamos a los intentos agresivos de obligarnos a participar en un experimento de vacunación masiva contra el COVID-19 que es imprudente y peligroso, sino que también los principales medios de comunicación ahora aumentan las preocupaciones sobre la próxima temporada de gripe. De acuerdo con lo que informó NBC News:
“Después de más de un año de que comenzara la pandemia, el COVID-19 todavía causa estragos en muchas partes del mundo, pero los científicos ahora advierten que otro virus podría ser una seria amenaza en los próximos meses y es la influenza.
Esta temporada, la gripe prácticamente desapareció, con menos de 2000 casos confirmados por laboratorio en los Estados Unidos hasta la fecha, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. En una temporada de gripe típica, en los Estados Unidos podrían haber más de 200 000 casos confirmados por laboratorio en esta época del año, una pequeña fracción del número real de casos, estimado en un rango de 9 millones a 45 millones al año.
De acuerdo con científicos como el Dr. Andy Pekosz, profesor de microbiología en la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, un año sin muchos casos de gripe podría provocar un año con muchos casos.
‘Llevamos más de un año sin que una parte significativa de la población se infecte con la gripe y sin que obtenga inmunidad debido a eso’, dijo Pekosz. 'Eso podría significar que habrá más personas susceptibles a la gripe'”.
¿Los cubrebocas y el distanciamiento social eliminaron la influenza?
De acuerdo con NBC News, las medidas para mitigar el COVID-19 como el uso del cubrebocas, el distanciamiento social y los confinamientos evitaron la transmisión de influenza durante la temporada 2020/2021. Bueno, como dice el viejo refrán, "Si crees eso, eres una persona muy ingenua".
En primer lugar, la idea de que los cubrebocas y el distanciamiento social erradicaron por arte de magia la influenza, no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo, no está respaldada por ninguna ciencia, y cabe destacar que la mayoría analiza los virus de la gripe.
También es imposible por el simple hecho de que las estadísticas del COVID-19 sobre casos, hospitalizaciones y mortalidad se manipularon de forma masiva. En realidad, no se sabe cuántos de los llamados casos de COVID-19, hospitalizaciones y probablemente incluso muertes se relacionaron con la gripe.
Se analizaba a todas las personas en el mundo para detectar COVID-19, no influenza. Y se asumió que cualquier persona que presentara síntomas similares a los de la gripe tenía COVID-19. Incluso si la prueba de la gripe fue positiva, cualquier prueba de COVID-19 falsamente positiva cambiaría el diagnóstico de gripe a COVID-19.
Si los cubrebocas y el distanciamiento social funcionaron como magia para prevenir la propagación de la influenza, ¿por qué estas medidas no erradicaron el SARS-CoV-2? El uso del cubrebocas y el distanciamiento social no podrían haber prevenido la influenza y al mismo tiempo no tener un impacto medible sobre el COVID-19.
Por supuesto, cada año, una cepa particular del virus de la influenza tenderá a predominar (variará de una región a otra), pero nunca es 100 % una sola cepa. Por lo tanto, la probabilidad de que casi todas las infecciones del año pasado se deban al SARS-CoV-2 es muy pequeña, por no decir la más pequeña.
Por último, si los cubrebocas y el distanciamiento social funcionaron como magia para prevenir la propagación de la influenza, ¿por qué estas medidas no erradicaron el SARS-CoV-2? No puede tener ambas cosas. El uso del cubrebocas y el distanciamiento social no podría haber prevenido la influenza y al mismo tiempo no haber tenido un impacto medible sobre el COVID-19.
Sabemos que los cubrebocas no funcionan contra la gripe
La investigación disponible ha sido muy consistente: el uso del cubrebocas no reduce la prevalencia de enfermedades virales de las vías respiratorias superiores y la mayoría de estos estudios analizaron solo la influenza. Por ejemplo, un documento de revisión de políticas publicado en Emerging Infectious Diseases en mayo de 2020, que analizó 10 ensayos controlados aleatorios, descubrió que "no hubo una reducción significativa en la transmisión de la influenza con el uso de cubrebocas".
En el año 2019, una revisión de las intervenciones para las epidemias de gripe, publicada por la Organización Mundial de la Salud, concluyó que la evidencia para los cubrebocas era escasa y que el pequeño beneficio que hubo podría deberse simplemente al azar.
De manera similar, un memorando de orientación del 2020 de la OMS señaló que:
"En la actualidad, no existe evidencia sobre la efectividad del uso del cubrebocas en las personas sanas para prevenir la infección de virus respiratorios, incluyendo el COVID-19".
Un metaanálisis y una revisión científica dirigida por el respetado investigador Thomas Jefferson, publicado en el servidor de prepublicación medRxiv en abril de 2020, descubrió que en comparación con la ausencia del cubrebocas, su uso en la población o entre los trabajadores de la salud no redujo los casos de enfermedades similares a la influenza o influenza.
En un estudio, que analizó a los trabajadores en cuarentena, su uso en realidad aumentó el riesgo de contraer influenza, pero redujo el riesgo de una enfermedad similar a la influenza. También encontraron que no había diferencias entre los cubrebocas quirúrgicos y los respiradores N95.
Se reportó un hallazgo similar en un estudio realizado en el 2009, que comparó la efectividad de los cubrebocas quirúrgicos y de los respiradores N95 para prevenir la influenza estacional en un entorno hospitalario; el 23.6 % de las enfermeras del grupo de cubrebocas quirúrgicos contrajeron gripe, al igual que el 22.9 % de las que usaban respiradores N95.
Al ver cómo nos han animado a utilizar los cubrebocas de tela, vale la pena señalar que una investigación publicada en el 2015, en realidad descubrió que los trabajadores de la salud que utilizaban cubrebocas de tela tenían una tasa (72 %) más alta de infecciones por virus respiratorios confirmados por laboratorio, en comparación con los que utilizaban cubrebocas médicos.
De acuerdo con los autores, "los resultados advierten que utilizar cubrebocas de tela causa retención de humedad, mientras que la reutilización y la mala filtración puede incrementar el riesgo de infección".
Los mandatos del uso del cubrebocas no tuvieron ningún impacto en el COVID-19
Las estadísticas de COVID-19 también desafían la idea de que los cubrebocas marcan la diferencia. En su artículo: "These 12 Graphs Show Mask Mandates Do Nothing to Stop COVID", el bioingeniero Yinon Weiss señala que "no importa cuán estrictas sean las medidas sobre el uso del cubrebocas, ni el nivel de cumplimiento de la población, todos los casos disminuyen y aumentan casi al mismo tiempo".
Para ver todos los gráficos, consulte el artículo de Weiss. Estos son los puntos más importantes:
Mientras tanto, el distanciamiento social, en el mejor de los casos, solo causó un estancamiento en la propagación infecciosa, según investigadores de la Universidad de Rochester y de la Universidad de Cornell, mientras que los confinamientos tuvieron un efecto negativo neto. De acuerdo con el reporte por el Dr. Ari Joffe, especialista canadiense en enfermedades infecciosas pediátricas, los daños causados por el confinamiento son casi 10 veces mayores que los beneficios.
Se aproximan vacunas combinadas con genes
Las "vacunas" contra el COVID-19 basadas en genes son un desastre. Para el 14 de mayo de 2021, el Sistema de Notificación de Eventos Adversos de Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos registró 227 805 eventos adversos después de la vacuna contra el COVID, incluyendo 4201 muertes y 18 528 lesiones graves.
Esto incluyó 293 lesiones entre los jóvenes de 12 a 17 años, 23 de las cuales se calificaron como graves. De las muertes, dos fueron menores de 16 años, el 23 % ocurrió dentro de las 48 horas posteriores a la vacuna y el 20 % se debió a trastornos cardíacos. Y recuerde, solo del 1 % al 10 % de los efectos adversos y de las muertes se reportaron al VAERS, por lo que la cantidad real de muertes podría oscilar entre 42 000 y 420 000.
En una entrevista reciente con la Dra. Stephanie Seneff y la Dra. Judy Mikovits, revisamos varias de las formas en que estas vacunas afectan su salud. Es importante destacar que se sabe que el daño principal del COVID-19 lo causa la proteína Spike, y esto es lo que estas vacunas programan para que su cuerpo produzca.
A pesar de que existen problemas muy obvios con esta tecnología, los científicos de vacunas están apresurados para producir varias vacunas adicionales basadas en genes, que incluyen:
- La primera vacuna de ARN COVID-gripe: esta vacuna combinada se prueba actualmente en hurones. La vacuna, fabricada por la empresa NovaVax, combina NanoFlu, una vacuna tetravalente contra la gripe estacional, con una candidata a vacuna de COVID-19 aún no aprobada y que se llama NVX-CoV2373. Esta vacuna conta el COVID contiene proteínas Spike producidas por células de polilla infectadas con un gen modificado a partir de la secuencia genética de la primera cepa del SARS-CoV-2.
- Una vacuna de refuerzo neumocócica-COVID: esta vacuna combinada, hecha por Pfizer, se está analizando actualmente en adultos mayores de 65 años que ya recibieron todas las dosis contra el COVID-19. La inyección combina una vacuna contra la neumonía (vacuna antineumocócica conjugada) con una tercera dosis de su actual vacuna de ARNm de COVID-19.
- Vacunas de ARNm contra la influenza estacional: la misma tecnología de ARNm utilizada en las vacunas contra el COVID de Moderna y Pfizer ahora también se emplea para desarrollar vacunas contra la gripe estacional. Una ventaja, desde el punto de vista de la producción, es que dicha vacuna se puede desarrollar en tan solo un mes. Esto les daría a los investigadores más tiempo para determinar qué cepas circulan en esa temporada.
Nos dirigimos hacia el desastre
Lo que nadie se imagina es lo que podría suceder si le indica a su cuerpo que produzca proteínas Spike contra varios tipos diferentes de virus de forma continua, tal vez durante años, si no el resto de su vida.
Nadie sabe cuánto tiempo permanecen viables las instrucciones celulares, ya que esos estudios nunca se han realizado. Lo peor es que no llevarán un registro de quién se vacunó y quién no cuando las personas mueren, por lo que es imposible culpar a la vacuna.
Aún así, una lista creciente de médicos y científicos advierte que las vacunas contra el COVID-19 podrían convertirse en una forma de eutanasia masiva. Muchos predicen que ocurrirán demasiadas muertes entre las personas que ya recibieron la vacuna en los próximos años a medida que su función inmunológica se deteriore y que se produzca daño cardiovascular. La idea de que vamos a agregar varias vacunas de terapia de genes en un régimen anual solo agudizará las muertes previstas.
Volviendo a donde comenzamos, puede esperar ver surgir una nueva ronda de propaganda del miedo a medida que nos dirigimos hacia el otoño y el invierno, esta vez lo acosaran para que se vacune contra la gripe estacional, además de la vacuna contra el COVID-19 y un refuerzo de esta.
De acuerdo con el director ejecutivo de Moderna, Stéphane Bancel, quienes recibieron su primera y segunda dosis en diciembre de 2020 y enero de 2021, deberían prepararse para recibir una tercera dosis de refuerzo alrededor de septiembre de 2021. El director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, también declaró que podría ser necesario un refuerzo de 8 a 12 meses después de las dos dosis iniciales.
Quién sabe, a medida que avanzan las cosas, tal vez la vacuna combinada de COVID-gripe basada en el ARN de NovaVax también esté lista para ese momento. Odio ser pesimista, pero no preveo un final feliz para esta tendencia. Su mejor opción es tomarse su tiempo y no apresurarse a ofrecerse como un conejillo de indias para estas vacunas basadas en genes. Con el tiempo, la verdad se hará evidente, si es que aún no lo es.
Con información de: Dr. Joseph Mercola
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