Fallece el artista oaxaqueño Cándido Carrasco, a los 87 años de edad
Durante medio siglo, la casa de Cándido Carrasco fue el único museo de arte popular en la Octava Sección, ubicado en la esquina de las calles Saúl Martínez y Moctezuma; en el taller del pintor juchiteco se crearon miles de estandartes para las innumerables festividades, pero también retrató la cotidianidad zapoteca. A los 87 años, las manos del más grande artista popular de Juchitán descansan eternamente.
En su época más prolífica y productiva, el pintor llegaba a terminar tres estandartes en un día, una labor que iniciaba desde las primeras horas de la luz del día, hasta que en la radio terminaba el último juego de beisbol que concluía a altas horas de la noche; así lo recuerda su alumno más destacado, el artista plástico también de Cheguigo, Víctor Cha'ca'.
“Fue el pintor más honesto y entregado a su arte que he conocido, porque siempre entregó a tiempo los encargos que le hacían; nunca quedó mal gracias a su disciplina y su nato don de la pintura que lo llevaba a realizar obras que lo mantuvieron siempre a la vanguardia de todos los pintores populares de su tiempo”, recordó el escultor juchiteco.
Al reconocer que fue su primer maestro de pintura y amigo, relata que su paisano le narró que en su adolescencia sus padres lo mandaron a que aprendiera el oficio de marimbista con un conjunto local; aunque adquirió los conocimientos, no lo abrazó como su oficio hasta que fue a dar al taller de carpintería de Ciro Vera, ubicado en el centro de la ciudad, en donde adquirió su oficio de carpintero.
En ese taller en donde inició de aprendiz, además de adquirir los secretos de la ebanistería, el tallado en madera, le llamó la atención e inició su gusto por la pintura al conocer cómo se pintaban los baúles con flores multicolores.
Beisbolista desde su juventud, Cándido Carrasco tuvo una buena salud y gracias a su condición, se sobrepuso a una caída de una silla al tratar de colocar un impermeable en el techo de su vieja casa de tejavana que goteaba; del accidente se rompió la quijada y el brazo, pero con el tiempo se recuperó y volvió a pintar.
Apenas, en el sismo de 2017, la casa vernácula le cayó encima, y de entre los escombros su familiares lo rescataron con vida y vivió otros años más dedicado a su oficio de pintar, y por lo cual fue admirado por artistas de la talla de Francisco Toledo que acudía a visitarlo en su casa y fotógrafos como Alberto Donis que se interesó por sus pinturas como alto ejemplo del arte popular.
Cándido Carrasco fue el representante de un oficio cada día menos demandante por la impresión en lonas de plástico de los estandartes en las festividades, pero a lo largo de su vida revolucionó la forma de realizar estos lienzos al agregarles pigmentos fluorescentes, dorados.
La comunidad cultural lamentó el fallecimiento del pintor, reconociéndolo como el mejor representante de la pintura popular de Juchitán.
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