La tentación aspiracionista de la clase media
No cabe duda de que todo depende del cristal con el que se mira, y más que un cliché, en tiempos de polarización nos muestra la importancia de ser o tratar de ser objetivos. He visto y escuchado a respetables académicos deslizarse por la pendiente resbaladiza del fanatismo y constituirse en verdaderos paleros de posturas ideológicas radicales, ya sea de un extremo o de otro. ¡Cómo me han decepcionado! Pero eso es lo de menos, la reflexión es más profunda: si a estos académicos e investigadores sociales de los que no esperaríamos posturas acríticas les ocurre… !Imaginemos al resto de los mortales!
Uno de los temas más recientes que nos sirve para ilustrar lo anterior es la polémica discusión desatada tras la definición de clase media en sentido negativo como aspiracionista, individualista, egoísta y manipulable. No se dejaron esperar las voces de los intelectuales pro línea discursiva oficial olvidándose de su pertenencia a este sector social…si no ¿a cuál entonces? ¿Qué no ha sido principalmente de la clase media donde han surgido intelectuales, maestros, escritores, artistas, cineastas y rebeldes anti-sistema?
Además de concebir a la clase media como un ente homogéneo dejando a un lado las innumerables estratificaciones que la conforman, el error de definir-estigmatizar generalizando a los mexicanos, a los ricos, a los pobres y a la clase media, una falta imperdonable tratándose de especialistas en materia de historia, sociología, psicología social, ciencia política y otras afines.
He aquí que, siguiendo a Marx, carecemos de conciencia de clase y quizás este ha sido (históricamente) el objetivo del Estado y uno de los primeros obstáculos para empoderarnos como clase. Erich Fromm en su libro Marx y su concepto de hombre explica: “Es precisamente la ceguera el pensamiento consciente del hombre lo que le impide tener conciencia de sus verdaderas necesidades humanas y de los ideales arraigados en ellas […] solo si tenemos conciencia de la realidad, en vez de deformarla mediante racionalizaciones y ficciones, podemos cobrar conciencia también de nuestras necesidades humanas reales y verdaderas”.
Tomando como referencia la teoría de la jerarquía de las necesidades humanas de Maslow, me pregunto en qué parte de la pirámide deberá detenerse la clase media para no caer en la tentación aspiracionista: ¿será en la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas para garantizar la supervivencia de la especie? ¿En la satisfacción de seguridad y protección que incluye la necesidad de un ingreso? ¿En la cobertura de las necesidades de afiliación y afecto que incluye la construcción de redes colectivas y el sentido de pertenencia? ¿En la satisfacción de las necesidades de estima, de autoimagen y confianza, reconocimiento y reputación? ¿En la punta de la pirámide donde se encuentra la autorrealización?
Gabriel Careaga en su libro Mitos y fantasías de la clase media en México, lo explica: “La clase media vive el vacío social de un grupo que no ha sabido encontrar su ideología y sus sistemas de cohesión, ya que se encuentran divididos, fragmentados, están sociológica y moralmente hechos polvo. Porque la clase media no está organizada, no tiene partido, no tiene, políticamente hablando, participación efectiva en el poder como resultado de la ideología agnóstica del individuo políticamente inactivo”.
Para cerrar esta reflexión, pensemos por un momento en todos aquellos quienes, a pesar de los obstáculos que limitan la movilidad social salieron adelante: estudiaron una carrera, o crearon un negocio, o se fueron a otro país a trabajar y desde ahí envían dinero a sus familias…por cierto en los últimos años son las remesas las que han estado sosteniendo a la economía del país.
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