Tequisquiapan amenazado por inundaciones

Tequisquiapan amenazado por inundaciones

El director de la Escuela Primaria Rafael Zamorano, que se en cuenta totalmente inundada, de dirección, salones, canchas y sanitarios, con ayuda de la Guardia Nacional entra al plantel con el agua medio muslo para rescatar, junto con otra persona, las bocinas, la podadora y lo que se puede su oficina es una alberca de fétidas aguas.

Al límite de la inundación los comerciantes preguntan con insistencia si seguirá lloviendo, si aumentarán los niveles y el área inundada, no hay quien les dé una explicación fehaciente, porque el clima no tiene palabra de honor. Hay molestia mientras ponen a salvo sus mercancías, una mujer nos dice con enfado, se robaron mi costalera, dejaron desprotegida mi mercancía; otro señala que se roban los costales y ante la emergencia los venden.

Llegan camionetas y se afanan en poner a salvo sus pertenencias. Todos portan celulares y toman videos y fotos, no pueden hacer más por la caída de los sistemas desde las 10:00 horas. Nosotroa tampoco.

Muy cerca en el centro, la Parroquia de Santa María de la Asunción, tiene sus puertas abiertas, el agua y las inundaciones la respetaron, no llegó a ella; en la plaza y algunas calles con restaurantes y mesas en los andadores, hay familias comiendo, negocios abiertos, la vida trata de seguir con normalidad, como maquillándose para no mostrar la herida que han dejado estas inundaciones.  

Nos enteramos que la Secretaria de Turismo Mariela Morán realiza una junta y posteriormente hará un recorrido; el alcalde Antonio Mejía y sus equipos han trabajado sin cesar para atender la contingencia que se presenta en varios frentes, que amenaza al pueblo y que los tiene en alerta roja.

 

Las comunidades

Con un sol pleno y brillo en el campo, con un cielo azul intenso y algunas  nubes cargadas,  tomamos la carretera hacia san Nicolás, nos auxilia Sabino Hernández, un policía municipal que conoce cada centímetro de su territorio y que con amabilidad nos pone de frente a la noticia:

el pueblo de San Nicolás es extraño y más ahora con las crecientes del Río San Juan que les han destrozado hornos y producción, que ha dejado un lodazal su lugar de trabajo.

Caminamos por calles que tienen hornos de fachada, vemos añl horizonte que el río es una enorme laguna, Vemos sus hornos despedazados, el barro sin forma de lo que ya eran tabiques para meterlos al horno. Vemos sus rostros sonrientes con el saludo, porque no pierden las formas. Observamos esa tragedia, los vemos a ellos, colchones en el piso, la madera combustible húmeda, las paredes derruidas. Preguntamos ¿Qué piden al gobernador? y uno contesta: “¡estufas, refrigeradores, colchones, fierro viejooo que vendan!” y explota la risa de todos. Seguimos, pisando el fango, viéndolos palear para recuperar el barro y volver a empezar, en cuanto pasen las aguas y baje el río, que por ahora su amenaza en es creciente.   

 

Bordo Blanco

En la entrada de la comunidad se ven lo que fueron canchas de futbol, se adivinan por el larguero de las porterías. Todo está sumergido, cerca de las casas, se ve un monitor de una computadora flotando y sobre una piedra amontonamientos de ropa. Mujeres y niños están sentados fuera de sus casas dentro, imposible, están anegadas.

Los dramas se suceden, la madre de cinco hijos que tiene que trabajar porque fue abandonada por el marido; la mujer que se pasa el día llorando sin poder entrar a su casa porque no se puede ni abrir la puerta por la costalera. No se quejan, se lamentan de la situación; no niegan la ayuda pero piden más; pero cómo ayudar si construyeron a la orilla del río y no hay forma de desaguar su casa, porque está siniestrada y hay que esperar a que baje el nivel y eso puede ser lo contrario en estos días.

Nos piden que entremos y no logramos abrir la puerta, sólo meter la cámara para registrar ese drama que viven.

hay un peso en la espalda al retirarse de una comunidad como Bordo Blanco, como estas dos familias con graves afectaciones, con la situación que enfrentan y ver qué van quedando las sonrisas de esos niños con los pies enlodados que quieren acercarse y los mayores los reconvienen.

Tequisquiapan no es sólo el centro  histórico, su primer cuadro, que está herido, pero no de muerte.

 

Presa Centenario

El estruendo del agua de la Presa Centenario sacude, ensordece… impresiona. Caminamos sobre lo que llaman “coronación”, ese pasillo que permite caminar entre la inmensidad y el desfogue, ver el espectáculo, la violencia del líquido.

Es tan uniforme el paso y con tal fuerza que al caer provoca un revuelta que busca cauce y avanza golpeando lo que se le pone enfrente, reclamando sus caminos, porque dicen que el agua tiene memoria y los que no la tienen son algunos desarrolladores que han construido en estas zonas que se ven amenazados por la fuerza de la naturaleza que rebasa  la inteligencia del hombre y sus obras.

A un lado del vertedero, un asentamiento, un cuarto redondo construido con sillar y algunas personas viviendo ahí, adelante otro refugio y huellas de las quemazones que hacen.

Gente que está en un riesgo inminente y que cuando preguntamos, nos dicen que los sacan constantemente, pero que regresan ¡en las madrugadas para emborracharse y drogarse y ahí se quedan hasta que los vuelven a sacar para continuar con ese círculo vicioso que  huele a muerte y tragedia.

 

La Magdalena

Sabino Hernández toma camino a la Magdalena, llegamos a la calle Junípero Serra y el panorama es contrastante, el agua no respeta condición económica ni social, casa y fraccionamientos inundados, caminando sobre la banqueta el tirante es de unos 50 centímetros y sobre el arroyo vial se incrementa a 75 u 80 y sigue llegando, se ven los escurrimientos, se rompió o rompieron una barda para dejar correr el agua y del otro lado se aprecia igual o peor. Un hombre que juega con unos niños, nos dice que no ha llegado el agua al interior de sus casas, pero está en la puerta… amenazante, acumulándose.

 

La presidencia Municipal

Sobre la calle Juárez se ve el agua, aparenta estar quieta, pero avanza. Los trabajadores con trascabos han colocado una barricada de tierra para evitar que llegue, pero el agua ya entró al fraccionamiento Los Sabinos, inundó sus calles y está sobre la banqueta, sobre la costara, creciendo el nivel lentamente. Las m áquinas y las bombas de achique se afanan  para bajar el  nivel, pero se ve poderosa, avanza lentamente causando temor, alarma, una tienda de vestidos de novia ya tiene agua en el interior, los trabajadores tratan de sacarla, pero el agua sigue su lento camino, amenaza a la presidencia municipal, que es un hormiguero humano realizando tareas para salvaguardar el edificio.

Ya es la tarde, hay una paz chicha, en la angustia de esperar el miércoles y el jueves y las lluvias torrenciales y la angustia por enfrentar el fenómeno natural y evitar que siga lacerando pueblos y ciudades.

Agua marabunta que destruye todo a su paso.

Tequisquiapan no está bajo el agua, es cierto, pero las zonas afectadas viven momentos críticos.

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