“¡Algo de cierto en el desierto!”
Por: Alejandro Ruiz Robles
¡Es lo que hay!
Me encanta el uso que le dan a esa expresión para mostrar conformidad con lo que existe en alguna persona o simplemente, lo que nos muestra la vida. A veces no se si entenderlo como una justificación, como una descarada realidad o simplemente, como una exhibición sin adjetivos.
Y ante tal respuesta, entiendo que la pregunta debió ser más específica o construir un cuestionamiento sin mayores expectativas, únicamente con el propósito de constatar tal situación.
Sin embargo, esto es algo que me sorprende porque cuando se aplica a las personas, pareciera que no existen mayores pretensiones ni esperanzas por un cambio que pudiera resultar favorable; es decir, esa expresión a lo único que nos lleva a que se haga constar lo que percibimos, no más.
Y en ese sentido … ¿realmente esto debiera aplicar para la gente?, ¿aún existe esperanza para ser una mejor persona?
Mil y un tropiezos.
Es común que las personas tiendan a ver todo negativo cuando tropiezan en su camino y no encuentran una forma adecuada de solucionar las cosas, resultando lógico que ante las continuas caídas el color desaparece y la oscuridad se hace una constante.
Y cuando todo es sombrío, se pierde la visión no sólo de lo que tenemos enfrente, también de lo que sigue. Esa ceguera de metas tiende a convertirnos en seres sin expectativas y como consecuencia, entes confundidos que pierden su esencia humana y dejan de considerar su posibilidad de dar algo por los demás.
Sin duda que esto es algo extremo que nadie debería afrontar, pero para los que observamos ello, debiera ser un deber de consciencia el tomar la mano de quien no tiene en ese momento la capacidad de ver su meta y brindarle una guía para impulsarlo.
Ante tal panorama … ¿eres una persona que suma y aporta?
¿Realmente es tan negativo?
Es obvio que siempre hay una posibilidad de cambiar para las personas que así lo desean y se comprometen con ello; desafortunadamente, es cada vez más complejo encontrar esa voluntad.
Siempre me han dicho con acierto “¡nadie es tan pobre como para no dar ni tan rico para no necesitar!” lo cual, al parafrasearlo, podrías entenderlo de esta manera: “¡nadie es tan virtuoso para no mejorar ni tan defectuoso para no tener valor!”.
Todos, sin excepción, siempre tendremos la posibilidad de ser mejor personas, está en nuestra naturaleza y pensar en la perfección humana es tan absurdo como creernos los peores seres aún en los momentos más críticos.
El poder de cambio junto con la aspiración de ser virtuosos está en nosotros, no decaigamos por el hecho de sentirnos inmersos en condiciones poco favorables.
En nosotros está la luz para brillar … ¿por qué aferrarnos a la obscuridad?
Simplemente florece.
Sabemos que los únicos responsables de nuestras vidas somos nosotros mismos y por más que otros quieran vivirla; no sólo no es posible, no es siquiera recomendable porque atenta contra nuestra única y exclusiva esencia.
En ese entendido, aprendamos a vivir la vida de la mejor manera a pesar de todas las dificultades, existencia e incluso, a pesar de nosotros mismos y nuestras acciones y actitudes.
Es nuestro compromiso sembrar las semillas que consoliden las raíces y el árbol para recoger los frutos; dejemos entrar la luz que necesitamos para que nos llene de energía en nuestro proceso de fotosíntesis. En consecuencia, no detengamos nuestra vida para arraigarnos en las dificultades ni nos llenemos de oscuridad que no inhiba alimentarnos por nuestra ceguera; creemos nuestra realidad en las condiciones óptimas y en aras de alcanzar las metas que nos fijemos.
La vida es tan sabia que cuando el ser humano no encuentra las respuestas por sí mismo, nos permite observar en todo o parte la naturaleza para entender su función y adaptarla a nuestra vida … ¿estás dispuesto a ver su belleza?
¡Paso a pasito!
Si bien es importante estrechar la mano de un amigo, sentir afecto o escuchar las palabras adecuadas para cuando así lo requerimos, no perdamos de vista que la mayor motivación para intentar cualquier acción es sabernos vivos y estar conscientes de que el primer paso para encontrar el brillo que nos guíe depende de nosotros.
Hay que recordar que no hay forma de encontrar el camino por más señales o luces que haya en él, si nos mantenemos con los ojos bien cerrados; ahí sí, lo más seguro es que hagamos de los tropiezos nuestra rutina.
En casa, cuando había alguien pequeño y estaba en el proceso de aprender a caminar, la persona mayor le instruía a que se parara con decisión y avanzara mirando al frente, un pie tras otro, esquivando los obstáculos, seguro y sin perder el equilibrio en la dirección a la que pretendiera ir. Con la práctica, seguro llegaba a dominar el movimiento y mejor aún, decidía por sí solo su destino.
Si así fue el ritual para aprender a andar … ¿cuál es la razón para no avanzar de esta manera en el camino de la vida?
¡El aliento que requiero!
Durante muchos pasajes de mi vida he disfrutado el deporte, en especial, el fútbol americano. Me encantaba escuchar a las porristas animando a los jugadores y con sus cánticos poner todos en ambiente: “¡Avanza yardas, corre y mete touchdown!”
Fuera o no tu equipo al que exhortaran, lo cierto es que era tal su algarabía que te involucrabas con ellas y deseabas que realmente fuera un juego emocionante.
Y esto es una lección que con los años aprendí, hay mil y un motivos para alegrar tus instantes e impulsarte a hacer las cosas de la mejor manera, sólo encuéntralas, disfrútalas y toma impulso hacia tus metas.
Mención aparte merece el recibir la atención de una persona y más si ésta va acompañada de afecto; sin duda que es alimento para el alma y que mejor que procurar este tipo de reacciones de la gente que nos importa y que nos dan motivos para sonreír y continuar nuestro sendero.
Si tal energía es esencial para nuestra vida, no perdamos la oportunidad de darla y tengamos el hábito de dar lo mejor de nosotros; siempre recordando que congruencia es ser, decir y actuar de la misma manera.
Si te gusta ser sonrisa … ¿qué crees que recibirás a cambio?
¡Construyendo mi paraíso!
Vivir implica un compromiso con nuestra esencia, convicciones y deseos; con la determinación de sabernos únicos y especiales y no ser sólo un dígito para un conteo poblacional, una preferencia de consumo o una mera clasificación para un contenido o catálogo.
No hemos venido a este mundo a sufrir por más dificultades que en momentos enfrentemos, ni mucho menos estamos aquí para ser el calvario de terceros; en consecuencia y por simple lógica, somos más grandes que nuestros problemas y si tenemos vida, llenarla de motivos para ser feliz y compartir lo mejor de nosotros será nuestra aportación en el desarrollo de nuestro edén particular.
A esta fecha no conozco a nadie que con sus lágrimas pueda formar océanos, pero si se de acciones que provocan risas, risas que nos llenan de alegría y alegrías que cambian entornos; ante ello, prefiero ser un elemento de algarabía y de mi vida hacer una fiesta multicolor que perderme en la inmensidad de la obscuridad y la tristeza.
Realmente, al final – como al principio -, lo único cierto en mi camino es lo incierto como reaccionaré a cada momento crítico que enfrente. Y en ese sentido, si somos los arquitectos de nuestro propio destino … ¿cómo diseñarás y construirás la vida que deseas a partir de ahora?
¿Qué necesitas para ser la nueva maravilla de tu mundo … de las personas que amas y que te llenan de motivos para ser la mejor versión de ti?
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