Amenazas
Por Edgar Ramón Conde Carmona
Con más desaliento que sorpresa, los huamantlecos conocimos un atentado tan deleznable como ruin.
Noemí Carmona, periodista local, fue objeto de un cobarde acto de intimidación, cuando sujetos desconocidos balearon su casa.
Para tristeza de muchos, el posicionamiento oficial del gobierno de #Huamantla, fue muy lento… y tibio.
Más de 24 horas tuvieron que pasar para fijar postura sobre una denuncia que señala un acontecimiento que pone en riesgo las garantías constitucionales de los ciudadanos.
La comunicadora refirió a través de su espacio en XHHT, Radio Huamantla, que “dos sujetos, a bordo de una motocicleta fueron a realizar detonaciones de arma de fuego a mi domicilio”, el fin de semana previo.
Lo peor del asunto es que la misma Noemí Carmona había señalado que a través de terceras personas “ya me habían dado una advertencia para bajarle”.
Los dichos de la periodista generan más preguntas que respuestas.
¿Bajarle? ¿Se refería a la necesidad de no publicar las denuncias ciudadanas que hacía Carmona Sánchez sobre el desempeño de algunos funcionarios públicos?
¿En qué país vivimos que hoy se normalizan las agresiones contra periodistas, confirmando con ello el estatus de nuestro país de ser la nación más peligrosa para desempeñar esta profesión?
¿Por qué razón tardó tanto el gobierno local para dar a conocer su posicionamiento?
¿Qué gobierno local, que se precie de serlo, desconoce lo que sucede en sus calles, si la balacera se realizó en un complejo habitacional y la policía municipal tuvo que saber, necesariamente, de este hecho?
¿Qué hace diferente este ataque de un conato de asalto en una sucursal bancaria, que en éste el alcalde se mantiene silente, mientras en el otro caso de inmediato ofreció apoyo a través de sus redes sociales?
Si en su comunicado oficial, el gobierno de Huamantla ofreció “colaborar con las autoridades para esclarecer este hecho”, ¿por qué razón no ha habido mas que un escueto comunicado de solidaridad?
¿Qué tiene que ocurrir para que un gobierno se asuma como tal y demuestre que, en efecto, va a cumplir con su promesa de campaña de “salvar a Huamantla”?
La condena a la agresión es obligada. La solidaridad con Noemí Carmona es un acto incuestionable.
La salvaguarda de la integridad de un periodista es urgente. Y para desgracia de la democracia, y de los huamantlecos, es algo en lo que está fallando este gobierno.
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