El ICATLAX, con equipamiento nuevo y salarios de hambre

El ICATLAX, con equipamiento nuevo y salarios de hambre

La administración de Javier Potrero Tizamitl en el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Tlaxcala (ICATLAX) ha generado fuertes críticas y desacuerdos con la base trabajadora, luego de que Elizabeth Flores Ramos, directora administrativa de la dependencia, actúe de manera prepotente sobre los horarios, pagos de servicios médicos y descuentos arbitrarios a los empleados.

A pesar de su promesa inicial de “rescatar” la institución en beneficio de los empleados con sueldos más bajos, Potrero Tizamitl ha faltado a su palabra, por no llamarle mentiroso, sin embargo, la realidad es que se encuentran en una situación difícil debido a descuentos significativos en sus ingresos que han sido aplicados unilateralmente por Flores Ramos.

El origen de estos descuentos ha sido objeto de debate, dado que no hay justificación alguna.

Mientras hoy la gobernadora Lorena Cuellar anuncia la entrega de computadoras y coches de alto valor nominal para el ICATLAX, surge la pregunta por parte de los empleados: ¿de dónde proviene realmente ese recurso?

La falta de transparencia y claridad ha alimentado la controversia, porque hace suponer a los trabajadores que el dinero que se les ha descontado y la omisión de pagos de servicios médicos y hasta descuentos, han sido usados para incrementar esa bolsa de dinero para adquirir el equipamiento.

Elizabeth Flores Ramos, directora administrativa del ICATLAX, ha emergido como una figura central en esta historia al ser señalada como la mano que mece la cuna en este ardid para debilitar la frágil economía de los trabajadores.

Aunque Potrero figura en las redes sociales y legalmente como el director, es Ramos quien parece ejercer el verdadero poder.

Su influencia ha llevado a la marginación de figuras recomendadas, como Nahum Atonal, ex diputado y ex alcalde.

Ramos no solo ha desafiado las instrucciones de su “superior”, sino que también ha aplicado descuentos de manera selectiva.

Mientras algunos empleados reciben permisos especiales para salir temprano, otros enfrentan dificultades para acceder a información durante el horario laboral y fines de semana, sin mencionar días inhábiles.

La humildad brilla por su ausencia en la jefa de recursos humanos, Griselda Juárez Xochipa, quien trata a los compañeros de manera peyorativa y violando sus derechos humanos al llamarlos “chillones” cuando los trabajadores piden les sean respetados sus horarios de salida o se aclaren los orígenes o motivos de los descuentos.

La directora general (Al menos en lo material), Elizabeth Flores, con su sueldo completo y sin descuentos, retiene la prima vacacional de los trabajadores, generando aún más descontento.

Mientras tanto, Potrero parece más interesado en fortalecer su imagen política y lucirse ante los medios de comunicación que en abordar los problemas internos del ICATLAX.

Los vinculadores, atrapados entre la espada y la pared, se preguntan si deben salir a vincular o quedarse en sus unidades para evitar descuentos.

¿Hasta dónde llegará esta situación?

¿Abrirá Potrero los ojos y tomará medidas para evitar el hundimiento de la institución?

Solo el tiempo dirá si su liderazgo será suficiente para enderezar el rumbo o si el ICATLAX enfrentará más turbulencias en los próximos meses.

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