Julián Plata Chamorro, entre la santidad y la omisión - 1
Julián Plata Chamorro, entre la santidad y la omisión

Julián Plata Chamorro, entre la santidad y la omisión

Entre camionetas y pizarrones: Las prioridades del presidente auxiliar de San Gabriel Cuauhtla

En San Gabriel Cuauhtla, el milagro no bajó del cielo: vino en forma de camioneta.

El presidente auxiliar Julián Plata Chamorro, orgulloso en redes sociales, anunció que donó una unidad para el Santo Patrón del pueblo. Se le escuchó satisfecho: “Momento lleno de paz, gracias al apoyo de ustedes”, escribió en el grupo vecinal. No lo hizo por ego, dice, sino “de corazón”.

Nada mal. Lo que no dijo es que mientras el santo tiene ya su camioneta, los niños del pueblo siguen tomando clases de inglés en una bodega improvisada, sin sillas, sin pizarrón y con los materiales tirados a la basura. Porque para el presidente auxiliar Julián Plata Chamorro parece que la devoción pesa más que la educación.

En el mismo edificio donde se toma la foto con el donativo para el patrono, se esconden los rastros de lo que debería ser un espacio de aprendizaje.

Ahí, entre cajas, muebles viejos y polvo, una maestra —de esas que no piden reflectores ni presupuesto— da clases de inglés a los niños del pueblo por apenas 30 pesos de recuperación.

No hay bancas, no hay mesas, no hay pizarrón. Los útiles que ella compra con su dinero terminan, según denuncian los propios padres, tirados a la basura.

Y cuando la maestra intenta mejorar las condiciones, se topa con el muro del “no hay recursos” dice Julián Plata Chamorro.

Curioso: no hay recursos para una mesa, pero sí hubo para una camioneta de donativo.

Plata Chamorro —conocido entre los vecinos como “El Charrito”— dice que dona “de corazón”, pero todo indica que su corazón late con un peculiar sentido de las prioridades.

En lugar de invertir en infraestructura educativa o en un espacio digno para los alumnos, su discurso gira en torno al sacrificio personal y la fe.

El mismo presidente Julián Plata Chamorro que presume donar vehículos para un santo, ha negado apoyo en especie (mesas, sillas, hojas, copias) a una maestra que forma niños y futuros ciudadanos.

Y no es un rumor de esquina: está en sus propias palabras y en los testimonios de padres y vecinos, hartos de una gestión que parece más interesada en la foto de Facebook que en la comunidad viva que dice servir.

El presidente se ofende cuando alguien sugiere que los 30 pesos de cooperación son demasiado poco, como si el esfuerzo educativo fuera una ofensa a la devoción.

Se le olvida a Julián Plata Chamorro que el servicio público no se mide en aplausos ni en promesas religiosas, sino en hechos que mejoran vidas reales.

Un pizarrón cuesta menos que una llanta. Una mesa de trabajo vale menos que el aplauso digital que tanto busca. Pero la diferencia es que las mesas no dan likes y los santos no votan.

En San Gabriel Cuauhtla, los niños aprenden inglés en una bodega mientras el santo patronea una camioneta nueva.

Así, la administración de Julián Plata demuestra que en Tlaxcala la política local puede tener fe, pero carece de visión.

Porque cuando un servidor público prefiere quedar bien con el cielo antes que cumplirle a su gente, el milagro más urgente no está en el templo, sino en la escuela.

Comentarios