La guerra del relato: Fentanilo y la lucha narrativa entre México y Estados Unidos
La guerra del relato: Fentanilo y la lucha narrativa entre México y Estados Unidos
“El fentanilo no solo mata, también disputa el poder de las palabras en una guerra de relatos que trasciende fronteras.”
Estimados lectores, en esta edición de Mirada Crítica los invitamos a adentrarse en las entrañas de la narrativa política, esa herramienta sutil pero poderosa que moldea percepciones, moviliza emociones y construye realidades. La narrativa política no es solo comunicación; es un ejercicio de poder que define el curso de los acontecimientos y la manera en que los comprendemos.
Hoy exploraremos cómo la reciente cobertura del New York Times sobre el fentanilo ha detonado una batalla de relatos entre México y Estados Unidos. Este enfrentamiento no solo busca exponer hechos, sino también influir en la percepción pública y en las decisiones políticas en ambos lados de la frontera. Entender el manejo del poder a través de estas narrativas nos permitirá analizar cómo los actores involucrados —gobiernos, medios y sociedad— construyen relatos que pueden cambiar el rumbo de una crisis global.
El relato sensacionalista del New York Times
The New York Times publicó un artículo que señalaba a México como el epicentro de la producción de fentanilo. En él se describía un supuesto laboratorio clandestino en Culiacán donde “cocineros” manipulaban fentanilo sin equipo de protección. El texto, acompañado de imágenes, buscaba captar la atención global con un enfoque sensacionalista que fue rápidamente desmentido por las autoridades mexicanas.
El medio apeló al morbo para construir su narrativa, destacando condiciones extremas y peligrosas sin ofrecer evidencia científica sólida. Esta estrategia, aunque efectiva para captar audiencias, tiene un costo político significativo: alimenta estigmas sobre México, proyectándolo como un país incapaz de controlar su territorio y desbordado por el crimen organizado.
Al simplificar un problema complejo, esta narrativa refuerza la idea de que el combate al fentanilo depende únicamente de México, una visión que ignora las dinámicas transnacionales de esta crisis.
La narrativa del gobierno mexicano: Proyección de control
Frente a las acusaciones, el gobierno mexicano ha respondido con una narrativa que busca proyectar legitimidad y control. Aunque reconoce la gravedad de la crisis del fentanilo, se esfuerza por destacar sus logros en la lucha contra el narcotráfico, subrayando su cooperación con Estados Unidos y su compromiso con la seguridad nacional.
En este relato, las autoridades mexicanas han enfatizado avances como la desarticulación de redes criminales, la incautación de cargamentos y la reforma de las instituciones de justicia. Además, han señalado que los cárteles operan en ambos lados de la frontera, cuestionando la narrativa estadounidense que presenta a México como el único responsable de la crisis.
Sin embargo, esta narrativa enfrenta desafíos internos y externos. Internamente, la percepción ciudadana sobre la seguridad y la justicia sigue siendo negativa, mientras que, a nivel internacional, la tensión con la narrativa estadounidense limita la efectividad de los mensajes mexicanos en el escenario global.
Estados Unidos: La amenaza invisible del fentanilo
Por su parte, Estados Unidos ha construido una narrativa centrada en las devastadoras consecuencias del fentanilo en su territorio, destacando las miles de muertes causadas por sobredosis cada año. En este relato, México es presentado como la fuente principal del problema, con los cárteles como actores clave en la producción y distribución de opioides sintéticos.
Informes de la DEA y otras agencias estadounidenses subrayan que, a pesar de la cooperación bilateral, México sigue siendo un eslabón débil en la lucha contra el fentanilo. Sin embargo, esta narrativa omite una parte crucial de la ecuación: la alta demanda de opioides en Estados Unidos y la responsabilidad de sus propias instituciones en el control de la crisis.
Este enfoque unilateral, aunque políticamente conveniente, limita la posibilidad de una solución integral y refuerza estereotipos que complican la cooperación binacional.
La narrativa como herramienta de poder
Las narrativas políticas tienen una función clave: no solo informan, sino que también movilizan emociones, moldean percepciones y legitiman acciones. En este caso, cada actor ha utilizado la narrativa de manera estratégica:
• The New York Times emplea un enfoque sensacionalista que busca generar indignación y urgencia, apelando al miedo y al asombro.
• El gobierno mexicano apela al patriotismo y a su compromiso con la justicia, proyectando avances en un contexto adverso.
• Estados Unidos utiliza una narrativa empática que pone en el centro a las víctimas, construyendo un sentido de urgencia para justificar sus políticas.
Estas narrativas no solo reflejan intereses políticos, sino que también muestran cómo el control del relato puede determinar el curso de una crisis y la percepción pública de sus actores.
Hacia una narrativa efectiva y colaborativa de México
Para enfrentar la crisis del fentanilo, es crucial construir una narrativa que supere la culpa y el sensacionalismo, y que promueva una visión de responsabilidad compartida y cooperación. México y Estados Unidos tienen la oportunidad de liderar con un relato que integre la seguridad, la salud pública y la justicia social, enfocándose en soluciones integrales y sostenibles.
Una narrativa efectiva debe inspirar esperanza y compromiso, movilizando tanto a las instituciones como a la sociedad civil. El fentanilo no es solo un problema de seguridad, sino también un desafío de salud pública que requiere enfoques innovadores y colaborativos.
Conclusión
La lucha narrativa sobre el fentanilo es un reflejo de las tensiones políticas y sociales entre México, Estados Unidos y los medios de comunicación. Más allá de los hechos, esta batalla por el relato define cómo se percibe esta crisis y cómo se diseñan las soluciones. En este contexto, quien logre conectar más profundamente con sus audiencias tendrá la capacidad de influir en el rumbo de las políticas públicas y en la cooperación binacional.
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