La oposición, ¿Qué hará?
"En la arena política moldeada por Morena, la oposición debe reinventarse con astucia, romper con viejos estilos y construir alianzas sin perder su identidad."
En el complejo paisaje político de México, el asalto al poder judicial por parte de López Obrador y su partido, Morena, ha configurado una hegemonía política que se fortalece con cada maniobra estratégica del actual gobierno. Este fenómeno no solo define el presente de la política mexicana, sino que también se proyecta como un proyecto de continuidad cuya reversión parece cada vez más complicada. A medida que Morena se establece como el actor hegemónico, la oposición se enfrenta a un dilema crucial: cómo desafiar este nuevo orden sin perder su identidad y su base electoral.
La hegemonía política que Morena ha consolidado se basa en una reconfiguración del espacio político, un terreno donde incluso los opositores deben aceptar las reglas impuestas por el oficialismo. Esta dinámica recuerda la visión de Antonio Gramsci sobre la hegemonía: "La hegemonía no es simplemente la supremacía de un grupo sobre otro, sino la capacidad de definir los términos de la lucha política y cultural". En este contexto, Morena ha creado un marco dentro del cual la oposición debe navegar, a menudo adaptándose a las narrativas y estrategias que el partido en el poder ha establecido.
El papel del poder judicial en este proceso no puede ser subestimado. López Obrador, al fortalecer su control sobre los tribunales, ha logrado moldear un entorno en el que las disputas políticas y jurídicas se resuelven en términos favorables a su agenda. Esto se alinea con la teoría del “asalto a las instituciones” propuesta por algunos analistas, que sugiere que un actor político dominante busca asegurar su posición a través de la reforma o la manipulación de las estructuras institucionales clave. Esta estrategia ha permitido a Morena cimentar una hegemonía que, aunque criticada, se encuentra sólidamente arraigada en el sistema político.
Para comprender el desafío que enfrenta la oposición, es útil recurrir a la metáfora del "territorio conquistado". Al igual que un ejército que avanza sobre un terreno previamente dominado, la oposición se encuentra obligada a operar en un espacio que ha sido cuidadosamente diseñado y controlado por Morena. Si desea conquistar la victoria electoral, la oposición debe no solo competir en ese terreno, sino también ganar la nueva plaza pública, representada por las redes sociales, donde se juegan las ideas y las emociones políticas. Aquí, la plaza pública representa el nuevo campo de batalla donde se configuran las percepciones y las narrativas, suele ser muy violento verbalmente.
El desafío es doble: por un lado, la oposición debe enfrentarse a Morena sin alienar a su electorado leal; por otro, debe hacerlo dentro del marco de referencia que Morena ha establecido. Esta situación crea una paradoja intrigante: para tener éxito, la oposición podría verse obligada a adoptar algunas de las tácticas y estrategias que han caracterizado al oficialismo. La adaptabilidad se convierte en una necesidad, pero también en una potencial trampa, ya que el éxito electoral en este contexto podría implicar una asimilación, parcial o total, de las normas y enfoques de Morena.
Sin embargo, para que la oposición tenga éxito, deberá romper con sus viejos estilos de hacer política que la tienen a merced de Morena. Ejemplos como los de Marco Cortés y Alito Moreno son claros modelos de cómo no debe hacerse política. Sus estilos, marcados por la falta de conexión con las preocupaciones reales de la ciudadanía, han erosionado la confianza de los votantes y han dejado a la oposición en un estado de desmantelamiento electoral.
Adicionalmente, la oposición deberá construir nuevos aliados, tejer fino con los ciudadanos y generar lealtades y confianzas. Este enfoque implica una maniobra estratégica para conectar con diferentes sectores de la sociedad, mostrando una disposición para negociar y construir relaciones sólidas que fortalezcan su posición. La capacidad de generar alianzas y mantener la confianza de los ciudadanos será crucial para desafiar efectivamente a Morena y ofrecer una alternativa creíble. Para ello, debe dejar toda huella de corrupción de la que hoy están siendo juzgados, y que los ha colocado en una posición de vulnerabilidad electoral. La transparencia y la ética se convierten en armas esenciales para recobrar la credibilidad y conquistar el apoyo popular.
En este sentido, la oposición deberá maniobrar con una inteligencia política notable. De acuerdo con el concepto de “política de la apariencia” de Erving Goffman, el éxito en el ámbito político a menudo depende de cómo los actores presentan y gestionan sus estrategias dentro de los límites impuestos por la hegemonía dominante. En este sentido, la oposición debe ser astuta en su acercamiento, evitando caer en la trampa de replicar simplemente las fórmulas que han llevado a Morena a la cima del poder.
Es crucial que la oposición logre mantener una narrativa propia, mientras se enfrenta a un terreno en el que Morena ha dejado su huella. Este equilibrio es esencial para evitar que la victoria, si llega, sea vista como una mera adaptación a un sistema ya establecido. En lugar de simplemente seguir el camino trazado por el oficialismo, la oposición debe presentar una alternativa convincente que, aunque operando dentro de los márgenes establecidos, ofrezca una visión diferenciada y renovadora.
La clave para el éxito opositor radica en no perder de vista la lealtad de su base electoral mientras navega en este complejo panorama. La oposición debe demostrar que es capaz de construir una alternativa viable sin dejarse absorber por las dinámicas del oficialismo. Ganar la nueva plaza pública, dominada por las redes sociales, significará no solo captar el apoyo popular, sino también redefinir la narrativa política en un marco que, aunque influenciado por Morena, no sea simplemente una réplica de su modelo.
El desafío para la oposición es, en última instancia, una prueba de resistencia y adaptación. Debe ser capaz de construir una nueva narrativa política, utilizando las herramientas y estrategias que Morena ha establecido, pero con una visión propia que responda a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos. En este proceso, la oposición se enfrentará a la ardua tarea de equilibrar la adaptación a un espacio político dominado y la preservación de una identidad política distintiva.
En resumen, la hegemonía política de Morena ha establecido un nuevo marco de referencia en la política mexicana, un terreno que la oposición debe conquistar con astucia y precisión. Aunque el desafío es significativo, también ofrece una oportunidad para redefinir la política desde una perspectiva alternativa, siempre y cuando la oposición logre mantener su integridad y conectar de manera efectiva con su electorado. La clave será maniobrar dentro de los márgenes establecidos, sin perder la esencia de lo que representa.
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