Querétaro: La batalla por el poder y el futuro de Querétaro

Querétaro: La batalla por el poder y el futuro de Querétaro

“La batalla por Querétaro ha comenzado, y decidirá el futuro del poder político en México.”

 

El 21 de julio, el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum llegaron a Querétaro para evaluar el programa de Pensiones para el Bienestar. Fueron recibidos por el gobernador panista Mauricio Kuri, quien fue abucheado por la multitud, una clara señal del desencanto de un sector de la población hacia su gobierno. Este evento no fue aislado ni circunstancial: es una muestra de la disputa política que define no solo a Querétaro, sino a todo el país. Este estado, tradicionalmente conservador y bastión del PAN, se ha convertido en el epicentro de una batalla política que anticipa la confrontación por el futuro de Querétaro.

 

Querétaro es uno de los últimos bastiones del PAN, un partido que ha gobernado la entidad con la misma fórmula neoliberal que le otorgó resultados en sus años de presidencia. Sin embargo, el ascenso de Morena al poder federal y la consolidación de la Cuarta Transformación han puesto en jaque el control panista del estado. Este enfrentamiento no es meramente electoral; refleja un choque entre dos proyectos de país: el modelo neoliberal que representa el PAN, centrado en el libre mercado y la defensa de la iniciativa privada, y el modelo de redistribución de la riqueza impulsado por López Obrador y ahora por la presidenta Sheinbaum.

 

El regreso de Sheinbaum a Querétaro, el 13 de octubre, no es solo para lanzar el proyecto del Tren en El Marqués, sino también para consolidar su posición como líder de la 4T y afianzar el terreno de cara a las elecciones de 2027. Las visitas de altos funcionarios de Morena a estados clave como Querétaro tienen un doble propósito: dar continuidad a los proyectos de infraestructura y bienestar social de la Cuarta Transformación, y construir una narrativa política que conecte con las necesidades de la ciudadanía, preparando así el camino para la conquista de Querétaro.

 

El escenario político en Querétaro es complejo. A pesar de que Morena y la Cuarta Transformación son mayoría en el Congreso local, las comisiones clave están paralizadas debido a la falta de acuerdos. El PAN, en una jugada que los morenistas han calificado de “madruguete”, reformó la Ley Orgánica para asegurarse el control de esas comisiones en la nueva configuración legislativa, a pesar de ser ahora una minoría. Este bloqueo no es una simple táctica dilatoria; es una estrategia política de resistencia que busca mantener al PAN en una posición de poder, aun cuando los números ya no juegan a su favor.

 

Sin embargo, esta parálisis no puede durar para siempre. Los conflictos internos y externos que enfrenta el PAN, sumados al desgaste que ha provocado su largo control en el estado, han abierto la puerta para que Morena construya una mayoría política y social que podría ser imparable en 2027. La pregunta no es si Morena logrará desatascar las comisiones en el Congreso, sino cuándo lo hará, y cómo utilizará esa victoria para fortalecer su narrativa de cambio y transformación en Querétaro. En este sentido, la gestión del caos se convierte en un elemento crucial. Morena ha demostrado que su éxito se produce en contextos de crisis, lo que plantea un desafío significativo para los gobiernos panistas municipales y el propio gobernador Kuri.

 

Uno de los aspectos más interesantes de este choque entre PAN y Morena es el papel de los actores locales, especialmente los presidentes municipales de Corregidora, Querétaro y El Marqués. Estos alcaldes, todos panistas, tienen sus propios intereses en juego y están preparando sus estructuras para que, en la próxima visita de Sheinbaum, no se repitan los abucheos que recibió Kuri en julio. No se trata solo de proteger la imagen del PAN, sino de garantizar que las lealtades políticas de sus bases permanezcan firmes ante la creciente influencia de Morena en la entidad.

 

Los alcaldes panistas saben que las lealtades están en la nómina, y que su capacidad para mantener el poder radica en cómo logren colocar a sus operadores en la administración pública. Si no logran asegurar estas posiciones clave, su éxito o derrota de cara a las elecciones de 2027 dependerá de quién controle los recursos y las estructuras del poder local. Hoy, Morena es una opción real y viable para aquellos actores que buscan una alternativa política.

 

El control del territorio es fundamental para el PAN en Querétaro. Los presidentes municipales saben que la política se juega en las calles, en los mercados y en las plazas públicas, y es ahí donde están apostando sus últimas fichas. La movilización de sus bases, la presencia en los actos públicos y la construcción de una narrativa de estabilidad y progreso local son sus principales armas en esta lucha. Sin embargo, la capacidad de Morena para conectar con las demandas sociales no debe subestimarse. La estrategia de unidad que promueve el partido en el estado, sumada a la movilización social y a una agenda centrada en temas como el agua, el drenaje y la municipalización de Santa Rosa Jáuregui, está calando profundamente en un electorado que comienza a cuestionar el legado panista.

 

La estrategia de Morena para conquistar Querétaro en 2027 es clara y efectiva. En primer lugar, se ha enviado un mensaje contundente a los líderes locales del partido: la unidad es imprescindible. Las divisiones internas podrían ser el talón de Aquiles que eche por tierra las aspiraciones de Morena, como ya ocurrió en otros estados. La designación de Mauricio Hernández Núñez como delegado de Bienestar es parte de esta estrategia, ya que su presencia busca evitar favoritismos internos y asegurar que el trabajo del gobierno federal en Querétaro se traduzca en apoyo político a la 4T. Lo mismo ocurrirá con la designación de la delegada en funciones de la presidencia estatal de Morena, donde seguramente se optará por una figura que no esté alineada con ninguno de los grupos locales, garantizando así una mayor cohesión interna.

 

En segundo lugar, Morena ha decidido llevar la disputa política a las calles. La construcción de una agenda ciudadana, centrada en los problemas reales de la población, como el agua y el drenaje, será clave para movilizar a los sectores más desfavorecidos y a aquellos que sienten que el PAN ha gobernado solo para las élites. La fiscalización constante de los alcaldes panistas, denunciando sus fallas y contradicciones, es otro de los pilares de esta estrategia. En la medida en que Morena logre posicionarse como el partido que realmente escucha y responde a las demandas populares, su victoria en 2027 será casi inevitable.

 

La disputa por el poder en Querétaro no es solo una lucha local; es una batalla por la oposición en México. El PAN, con su proyecto neoliberal, busca retener un estado que ha sido su fortaleza durante décadas, pero su modelo comienza a mostrar fisuras. Morena, con su proyecto de la Cuarta Transformación, aspira a conquistar Querétaro como parte de un plan más amplio para consolidar su hegemonía a nivel nacional.

 

Lo que ocurra en Querétaro en 2027 no solo definirá el futuro de este estado, sino que enviará un mensaje claro al resto del país sobre el rumbo que tomará México en los próximos años. La batalla está en marcha, y tanto el PAN como Morena lo saben. Queda por ver si los panistas lograrán resistir el embate de un partido que no solo tiene el control del gobierno federal, sino también el respaldo de amplios sectores de la población que buscan un cambio real. En esta disputa, como en todas las luchas políticas, la victoria no será para quienes griten más fuerte, sino para quienes logren conectar mejor con el pueblo a través de una narrativa emocional que resuene en las necesidades y aspiraciones de la ciudadanía.

 

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