“¡Sin pistas en mi autopista!”
Por: Alejandro Ruiz Robles
Lecciones de vuelo.
Es común que tengamos momentos en nuestra vida que, sean fáciles o difíciles, nos den la oportunidad para pensar en nosotros y reflexionar lo que estamos haciendo con nuestra vida.
Sea cual sea el resultado, el ánimo que tengamos hará que seamos más o menos mesurados en cuanto a sus alcances y desde luego, las acciones a tomar; es decir, procederemos a tomar éstas de manera inmediata o a justificar hasta sentirnos cómodos o cuando menos, relajados.
Al final, sus resultados nos darán elementos para cambiar o no nuestra vida a la manera en que así decidamos.
Realmente, pretender que terceros sean terrenales, divinos o mágicos, hagan lo necesario para recomponer nuestra vida está fuera de lugar; es mejor atender con objetividad a nuestros logros y fallas y darles nuestro toque subjetivo, ya que ambas visiones son inherentes a quienes somos.
Una vez que contemos con los elementos y rutas a seguir para ser la persona de nuestros sueños, vendrá lo más difícil … ¡Poner manos a la obra!
A cada paso, cada uno de nosotros tiene la opción de hacer su vida a su manera … ¿Cuál es la razón para detenernos?
La brújula.
Ni dioses ni héroes, simplemente somos humanos y es válido y legítimo que perdamos el camino.
Si nuestro destino pasa a ser incierto y la partida perfecta de ajedrez que habíamos planeado encuentra a una reina extraviada y a un rey en jaque constante, será momento de reunir a los peones, caballos, alfiles y torres para entender sus razones y hallar un destino próximo a nuestras metas; es decir y sin referencias, analizar todos los elementos a nuestro alcance, interpretarlos y razonar para encontrar soluciones.
No hay circunstancias inútiles ni palabras tontas, lo que habrá será una ceguera total sino vemos las señales para corregir la ruta y será permanente hasta que así lo decidamos.
La verdad es muy difícil de digerir, pero es peor autoengañarnos y vivir con ello, toda vez que algún día nos daremos cuenta de lo ocurrido y no habrá dolor en el mundo del que seamos ajenos.
En todo momento conviene saber que, si somos seres de luz, ésta nunca nos será ajena a pesar de que tardemos en encenderla e iluminar nuestro camino … ¿Compartes esa idea?
El líder.
En alguna ocasión siendo niño, escuchamos la charla de un profesor de deportes sobre las jugadas a seguir para mejorar nuestra defensa y posteriormente, hacer posible nuestra victoria; en ese entendido, todos sabíamos lo que nos tocaba hacer y creíamos que los jugadores más importantes serían quienes evitarían que anotarán puntos y obvio, quienes los marcarían. Era tal el compromiso que ya para saltar a la cancha, el portero comentaba que, dada que su posición era la más trascendente, el sería quien ordenaría al resto y les gritaría para orientarlos. A medio tiempo, las cosas no habían resultado favorables y estábamos perdiendo. El portero dijo que nadie lo atendía y que todos eran unos inútiles que no hacíamos lo que nos decía y, en consecuencia, nos ofendía constantemente. Los demás escuchábamos y al ser cuestionados por el entrenador por nuestra opinión, le dijimos que sentíamos una doble presión, por el juego y por los gritos.
Una vez que el entrenador analizó los argumentos nos señaló que nada ganábamos lastimándonos entre nosotros y que, al hacerlo, nos preocupábamos de nuestra relación que ocuparnos del juego; por lo que nos pidió mesura, empatía y concentrarnos en nuestras acciones.
Al finalizar el partido, todos estábamos más satisfechos y alcanzamos un resultado positivo; por lo que aprendimos que no es en contra nuestra el coraje a mostrar, sino que lo válido es concentrarnos en lo que hacemos para enfrentar al rival y con ello, estaremos más próximos a la victoria.
En nosotros está ser el líder que requerimos en nuestra vida … ¿Vale la pena lastimarnos?
El recuento de los daños.
Hay anécdotas, cicatrices, alegrías, pero en cada uno de nosotros está en convertirlas en experiencias y darles un sentido positivo en el presente.
Con esa mentalidad, por más perdido que esté el rumbo, la suma de todo lo que compone nuestro pasado nos permite reconfigurar el presente atendiendo a alguien que está ahí para nosotros y que no siempre escuchamos: la persona adulta que se crece aún ante las circunstancias más adversas.
Las lágrimas enjuagarán las penas que nos embargan en los momentos difíciles, pero nosotros tendremos la opción de darles un fin acorde a nuestro interés; en el entendido que por más que lloremos por si solas nunca nos mantendrán a flote de nuestros problemas, pero si las encauzamos pueden ser la corriente que nos lleve a la orilla de nuestro penar.
¿Alguna vez has considerado que llorar es suficiente para cambiar?
Sin espacio para temores.
Siempre hemos escuchado que en cada una de nuestras vidas hay lugar para todo, gustos, sentimientos, riquezas, entre otras cosas; si tenemos está opción … ¿por qué las llenamos de debilidades, miedos o cualquier otra limitación?
La carga se hace pesada cuando es uno quien la lleva, no nos aferremos a lo que nos limita e impide avanzar; únicamente seamos responsables de nosotros y portemos en nuestro equipaje lo que sume a nuestros objetivos.
Si somos positivos, seremos energía para quien está a nuestro alrededor, si irradiamos luz, iluminamos nuestro medio, si nos respetamos sin duda lo haremos con quienes compartimos. Esto es lo que realmente vale la pena mantener a nuestro lado ya que lo que no aporta no importa.
Vaciemos los bolsillos de nuestra ropa antes de que los perforen y nos lastimen y únicamente levantemos lo que nos sirve para alcanzar nuestras metas.
Si depende de ti tu felicidad, no te encadenes a tus limitantes.
Vivir aislado.
Es común ver que las personas que llenan su vida de frustración, tristeza o perdición no sólo ahuyentan a quien tienen cerca, sino que también a sí mismos.
La soledad puede ser una buena opción para reflexionar o descansar, pero sólo cuando es nuestra elección; vivir en ella porque no haya otra opción, no resulta adecuado para desarrollar nuestros talentos.
Es triste cuando nos enteramos de quienes han perdido su vida o su tiempo por no tener a alguien que los apoye, pero es más lamentable saber que pudimos hacer algo por alguien y no pudimos o supimos hacerlo.
Salvo la novela de Robinson Crusoe que vivió por años en soledad extraviado en una isla hasta que llegó “viernes” y lo acompañó hasta su reinserción en su comunidad; el resto de nosotros sabemos que no podemos estar apartados del mundo y menos aún, trascender como seres humanos en esa condición.
¡Vivimos para compartir, no para sufrir!
Tus manos escriben tu destino.
En cada uno de nosotros está construir nuestro presente con la esperanza de un futuro satisfactorio y anclado en un pasado que así lo favorezca … no hay razón para renunciar a esto.
Distraerse en el camino no es lo mismo que extraviarse en el mismo y perder tu rumbo; es sólo la oportunidad para respirar y tras tomar algunas bocanadas de aire, regresar o elegir la ruta a seguir.
Tan sólo inhala y exhala con tranquilidad y con la convicción de que pase lo que pase estarás mejor que ahora y en el camino correcto para ser tu mejor versión.
Así de reproches, no comprometas tu futuro por tu malestar; simplemente … ¡Date un minuto para ti que te permita consolidar tu sueño!
No hay tiempo para perderlo ni energía para destruir tus anhelos … ¡convéncete y ten presente que tú puedes verte como el gran constructor de tu vida!
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