Una razón de valores entendidos
Por Hiram Benítez Ríos
Insolencia carece de un fundamente que garantiza en su composición social la mirada negativa en su propia estructura de ver reflejado una «Autoridad extraviada». Lamentable acontecimiento revivió en su natal Santa Ana Chiautempan, al estallar la razón cultural de una comunidad basado en usos y costumbres.
Desafortunadamente para su presidente municipal de esa demarcación geográfica; los sinsabores de Ingobernabilidad y sensibilidad fueron los detonantes para mostrar que la capacidad negociadora de Héctor Domínguez, mostrará a pocos meses de concluir su propio mandato constitucional en este 2021; éste viviendo en carne propia su peor bandera de haber extraviado la razón que lo llevó a convertirse en Presidente Municipal del Municipio sarapero y, denotar su falta de «capacidad negociadora» que le permitirá enfrentar con éxito un problema de carácter comunitario en la comunidad de San Pedro Muñoztla.
Las razones se apropiaron de su ambición y falta de tacto para sumergir desde su propia vocación de servicio reconocer que no solamente para gobernar se requieren «ganas de que re hacer las cosas» es saber distinguir una visión exacta de las distintas problemáticas que en su campo de batalla se manifiestan un punto débil socialmente y ese principio de gobernanza se convirtió para la autoridad municipal de Chiautempan en la cuerda floja.
Su falta de estrategia y tacto para negociar un conflicto de resonancia cultural sencillamente lo ubico en los principales consensos de incitar un enfrentamiento innecesario. Es sabido que las voluntades conciliadoras se han convertido para San Pedro Muñoztla, en ese ejercicio de unificación para salvaguardar sus propios usos y costumbres una condición social qué de principio a fin no debió vulnerarse.
Efectivamente, iniciar la construcción de un panteón municipal no debe ser la piedra que atore el zapato, es un hecho pragmático que confunde racionalmente los pensamientos humanos sin dar la mínima oportunidad que los asuntos propios de desarrollo y bienestar social justifican un conato de violencia que por razones de valores no este justificado por la propia voluntad ciudadana y menos acatar, desde la propia dirección de seguridad pública municipal una indicación a ciegas.
Las versiones en este sentido habrán circulado después de evidenciar lo trágico y amargo que provocaría un zafarrancho sin desmedida y haber ocasionado irresponsablemente por la autoridad en turno un episodio en la historia moderna de Santa Ana Chiautempan, con focos rojos en un momento complicado de pandemia.
No descartamos que la travesía de buscar de mil formas llegar a puestos de elección con estos desahogos de personalidad, implica en su primer orden constitucional; no abandonar bajo ninguna justificación un mandato popular; porque efectivamente las razones de compromiso, lealtad y corresponsabilidad ciudadana, fueron depositados en tiempo y forma en su pasado proceso electoral.
Lamentablemente con estos acontecimientos registrados el pasado lunes queda claro que en Santa Ana Chiautempan existe una autoridad extraviada.
Es aquí, donde los interrogantes empiezan a surtir los efectos necesarios para entender que los dominios de poder no solamente establecen condiciones de formarse en la lista de los privilegiados y buscar un puesto de elección popular; sino debe convertirse en algo más concreto; sensibilidad para saber enfrentar los distintos episodios que la propia gobernanza ha establecido socialmente en pleno siglo 21.
Aquí está demostrado que los alcances personales de Héctor Domínguez, sencillamente fueron en decadencia de su arrogancia y falta de sensibilidad rebasados por una exigencia de carácter cultural.
Esperemos que en su nuevo episodio electoral las ambiciones y retenciones de ambición por alcanzar el «poder por él poder mismo» dejen sin ese efecto querer gobernar sin tener la capacidad negociadora que permita a mediano plazo, evitar confrontación.
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