Da megamarcha lección de civilidad a gobierno de Lorena Cuellar
La gobernadora más votada es la que está dejando tras de si, una estela de desastres políticos, insatisfacción social, corrupción y ausencia de oficio, así se puede definir el gobierno de Lorena Cuellar Cisneros, que aunque dijo que se escribiría una nueva historia para Tlaxcala, nunca dijo que esta sería positiva para los tlaxcaltecas.
Cómo culpar a la gobernadora de todos los males que aquejan a la entidad si su gobierno está sostenido por chismes y rumores, cómo culpar a la gobernadora si no tiene la capacidad de gobernar ni mucho menos de ser liderar su destino.
Lorena Cuellar es patrona, una millonaria disfrazada de pueblo, que una vez que se acabó el costal de besos y abrazos al llegar a la silla de la gubernatura, sacó a relucir el cobre de la soberbia, de la mezquindad y de la corrupción que la dominan como empresaria y patrona que es.
Al final, Lorena Cuellar no es culpable de ocupar la mesa principal de palacio de gobierno, la culpa es de quienes votaron por ella, del turismo electoral de la CDMX y del estado de México que vinieron a hacerla ganar, de los pobres ilusos tlaxcaltecas que creían que la “chaparrita” era todo amor (ajá).
La megamarcha ciudadana de hoy aglutinó a sindicatos, familiares que buscan a sus desaparecidos, que claman justicia para inocentes detenidos en procesos judiciales amañados, ciudadanos preocupados por el ecocidio que significa a la capital la construcción de un autotren que sigue sin sustento técnico ni jurídico ni económico, sindicatos que exigen la toma de nota, pensionados que demandan respeto a sus derechos con medicinas de patente y no genéricas intercambiables de dudosa procedencia.
Hoy, los sindicalizados de al menos 57 de los 60 municipios, no salieron a las calles a protestar, fueron amenzados por los alcaldes, sus jefes inmediatos.
Hoy, tampoco los empleados sindicalizados del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE), también fueron amedrentados, coartados y amenazados y tampoco salieron a protestar.
Los empleados del Congreso del Estado, tampoco salieron a marchar, muchos ya fueron despedidos injustificadamente y muchos, ni siquiera tuvieron derecho ni a liquidación, pues anularon sus plazas laborales.
Hoy, muchos empleados de las dependencias del gobierno del estado de Tlaxcala, tampoco salieron a protestar para exigir el respeto a sus derechos político-sindicales, también fueron amenazados con ser despedidos y hasta encarcelados.
Hoy Tlaxcala, sigue siendo la cuna de la trata, de las desapariciones forzadas, donde su gobernadora se dedica a andar de gira de promoción de un evento deportivo antes de asumir el liderazgo político al que está obligada a responder.
La ciudad capital fue abandonada a su suerte, no hubo ni policías de tránsito, dejaron que se generara un caos vial alrededor de la ciudad y en el primer cuadro, sin embargo, los ciudadanos respondieron con la civilidad que se esperaba.
No hubo granaderos, pues era obvio que no estaban dispuestos a continuar agrediendo a gente pacífica que solamente iban armados con pancartas de cartón, consignas en lonas impresas y megáfonos para hacerse escuchar.
De los supuestos 300 periodistas que hay en la entidad, sólo se pudieron contabilizar alrededor de una veintena de ellos, mientras que en muchos sitios y páginas de noticias, el silencio se hizo casi sepulcral, se prohibió desde las oficinas de gobierno que publicaran o transmitieran algo, so pena de perder su miserable convenio de publicidad en los peores casos y en los mejores, los incondicionales, saldrían a atacar a los manifestantes en publicaciones acusando violencia, desquicio de vialidades y hasta actos delictivos que no sucedieron.
El domingo, como si se tratase de una competencia, el gobierno del estado movilizará a sus lambiscones en autobuses, autos particulares y combis para “respaldar” el gobierno ciego, sordo y mudo de Cuellar Cisneros, como si con ellos se acabaran los conflictos sociales.
Los manifestantes, de todas las causas sociales, demostraron con extrema civilidad, la entereza de toda la educación que por sus venas corre, no hubo desmanes, ni ataques a civiles o uniformados, ni a los medios, sus legítimas demandas se dejaron escuchar ante los pocos ciudadanos que estábamos en el primer cuadro capitalino; la sociedad tlaxcalteca, dio muestra de madurez política, de la integridad que sólo la gente trabajadora de bien puede dar.
Y si bien es cierto que hubo actores políticos inmersos en la manifestación, que de por sí ya es política al tratarse de un asunto público y de gobierno, que no partidista, evitaré la mención de ellos porque aquí lo que importa es que los sindicatos sean escuchados, los trabajadores sean atendidos y las causas sociales sean respaldadas —aunque sólo seamos un puñado de periodistas que estamos de su lado— y que la justicia nos llegue a todos por igual.
El próximo domingo veremos el circo de la Chilindrina, en sus pistas principales veremos a sus saltimbanquis, a sus arlequines, a sus payasos, maromeros y trapecistas, además de trepadores y lambiscones, todos dando cubertura y participando con aplausos a un gobierno de caricatura, ajeno a las necesidades sociales porque lo que aquí importa, es de cuánto dinero se pueden adueñar de los contribuyentes que se han transformado en cuentas públicas y que ante un órgano de fiscalización y un congresos sumisos, la transparencia es un asunto irrelevante para la 4T de Lorena Cuellar que en su burbuja, en su mundito, es todo felicidad y todo está bien, para ella y sus enanos.
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