El plan para llevar a Cabeza de Vaca a la Presidencia y las promesas que no podrá cumplir
El hoy desaforado gobernador de Tamaulipas no podrá cumplir las promesas que le hizo al lobby energético texano desde que asumió la gubernatura del estado. Sus excesos como mandatario y las desbordadas ambiciones de poder lo llevaron a cometer errores políticos de los que ahora no puede deslindarse y lo tienen al borde de la cárcel.
Francisco Javier García Cabeza de Vaca es el nombre fallido de un ambicioso proyecto político que inició en la presidencia municipal de Reynosa, sentó sus reales en el palacio de gobierno del estado y culminaría en Palacio Nacional en 2024. Ese era el plan que se había fraguado con el establishment energético de Texas.
La primera etapa de los compromisos que asumió Cabeza de Vaca se cumplió a medias, y consistió en abrir desde la entidad el sector energético nacional a las poderosas empresas texanas de la industria. El impulso desde el Senado de la Reforma Energética en 2014 les abrió las puertas a los texanos, que siempre han visto al estado de Tamaulipas como el Dorado para la industria energética estadounidense por lo vasto de sus yacimientos de gas natural.
Que el ahora prófugo gobernador de Tamaulipas era una importante pieza de ajedrez en el tablero estratégico del lobby energético texano no era un secreto. El propio Cabeza de Vaca lo presumía cada vez que podía. Sus relaciones con Nelson Balido, el cabildero de la industria, le abrió las puertas al entorno político de algunos congresistas como el republicano Ted Cruz y el demócrata Henry Cuéllar.
Las relaciones de poder que ha forjado el mandatario con los operadores del poderoso establishment energético de Texas, le han permitido cobijarse con funcionarios estadounidenses en eventos improvisados cada vez que se ha sentido amenazado por señalamientos que lo vinculan con el crimen organizado o la corrupción.
Pero los texanos no contaban con los excesos y la falta de pericia del gobernador de Tamaulipas. Los primeros errores se presentaron cuando fue senador de la República, desde donde impulsó y apoyó la reforma energética de Enrique Peña Nieto que le abriría las puertas a la industria texana. La ambición perdió a Cabeza de Vaca y se enredó en la trama de sobornos que desde Pemex orquestó Emilio Lozoya.
Ya como gobernador de Tamaulipas, Cabeza de Vaca se empeñó en participar en las principales redes de comercio lícito e ilícito en el estado. Con el control de las aduanas, la policía, las carreteras y el presupuesto público del estado, el mandatario fincó un imperio comercial que puso a nombre de su clan familiar.
Los errores se acumularon mientras el gobernador tejía las redes de poder que lo llevaron a financiar la estructura nacional de su propio partido, el PAN, y en últimas fechas lo que se llamó Alianza Federalista, conformada por un grupo de gobernadores disidentes de la Conago y críticos de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
El plan que ya no podrá ser incluía heredar el gobierno a su hermano Ismael, quien concluiría un par de refinerías que ya estaban presupuestadas para construirse en el estado y hacer de Tamaulipas el centro neurálgico de la industria energética, de la mano de los proyectos de la industria texana.
Pero Cabeza de Vaca no supo administrar su propio proyecto político y se enriqueció hasta niveles obscenos, repartió dinero a manos llenas a medios y consultores en un afán de construir una imagen pública que lo deslindara de sus excesos como gobernador y las migas que fue dejando lo tienen ahora a un paso de ser detenido.
El fallido gobernador de Tamaulipas ya no podrá cumplir sus promesas. Cometió tres errores de los que no se puede deslindar: Incendió al estado en una crisis de criminalidad y violencia, se enriqueció hasta el absurdo y le declaró la guerra al presidente de la República.
La pregunta que queda es si el establishment energético de Texas lo seguirá protegiendo en Estados Unidos o lo abandonará ahora que el FBI ha solicitado informes sobre las redes financieras del gobernador.
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