
El Buró de Crédito y el Día del Periodista
EL BURÓ DE CRÉDITO: ¿ENEMIGO DE LOS POBRES O TERMÓMETRO FINANCIERO?
Es casi como un tema tabú en las familias, es incómodo e inconveniente que los demás lo sepan y a veces es más vergonzozo que una infidelidad, así es el buró de crédito, ese que te señala, limita y se vuelve una maldición y en ocasiones por pocos pesos.
Pocas palabras tienen una carga tan pesada en la conciencia colectiva mexicana como “Buró de Crédito”.
Para millones, es sinónimo de castigo perpetuo, veto financiero, y una pared invisible que bloquea el acceso a un derecho disfrazado de privilegio: el crédito.
¿Se debería eliminar como lo propone el diputado federal queretano verde ecologista, Ricardo Astudillo?.
No voy a negar que en un primer vistazo, me pareció una idea genial, considerando que estoy en ese buró maldito por una renta de celular de no más de $250 pesos pero desde hace más de 20 años en los que ni la empresa telefónica ni el mismo buró, me hayan señalado cómo pagar y en dónde para que me quiten de esa lista que parece letra escarlata ante las instituciones de crédito.
La idea suena tentadora, justiciera, redentora: Borrar el historial, resetear la vida financiera, dar una segunda oportunidad. Pero… ¿de verdad funcionaría?
Veamos algunas ventajas:
Eliminar el Buró de Crédito significaría —para muchos, entre ellos yo— una rehabilitación automática en el sistema económico.
Adiós al estigma, al “estás en buró”, al “no calificas”. De inmediato, millones volverían a ser potenciales clientes, lo que podría reactivar el consumo y liberar tensiones sociales.
Y sí: hay razones para cuestionar al sistema. No todo deudor es irresponsable, en mi caso estaba en un grupo de telefonía celular de reporteros que el imbécil de Víctor Ángel García Limón (Mi ex jefe, vendepatrias y chayotero) decidió no pagar en su momento y si, me refiero al viejo decrépito que dirige al periódico ABC Tlaxcala.
Mucha gente cae por enfermedad, desempleo, una crisis inesperada, o errores en los registros que nadie corrige.
Castigar indefinidamente por un desliz financiero, en un país donde el salario no alcanza y el acceso a educación financiera es casi nulo, es criminal.
Pero eliminarlo no es redención: Es desarme
Aquí viene el golpe de realidad: Eliminar el Buró no borra las deudas, borra la trazabilidad del riesgo.
Y en el lenguaje de la economía, riesgo sin medición es igual a intereses más altos.
Cuando no puedes saber quién paga y quién no, prestas menos, prestas más caro o no prestas.
Quien cree que eliminar el Buró abriría más crédito no entiende cómo funciona el mercado del dinero. Lo cerraría. O lo volvería salvaje.
Los bancos no van a llorar. Van a blindarse. Subirán tasas, limitarán líneas, exigirán garantías. Y entonces vendrán los buitres financieros disfrazados de aplicaciones milagrosas, prestamistas anónimos, “sociedades” sin rostro. A 80% de interés. Semanales.
Bienvenidos a la jungla del crédito sin regulación.
¿Qué sí se debe hacer?
No es momento de abolir, eliminar o desaparecer el Buró de Crédito, sino de reconstruir el sistema de historial crediticio desde la dignidad.
Con mecanismos de corrección justos, con caducidad razonable de antecedentes negativos, con distinciones claras entre quien cayó y quien defraudó.
Y con un nuevo modelo de análisis que no confunda capacidad con clase social ni historial con destino.
Hay montos que sí merecen caducar porque al sobreseer deudas bajas, se potencializa la redención del deudor como si se tratara de una segunda oportunidad.
Y de esa manera, todos salen ganando.
Porque al final, esto no es político: Es estructural
Eliminar el Buró es romper el tablero sin cambiar las reglas. Es gritar “Todos merecen crédito” sin preguntarse quién lo va a dar, a qué tasa, y bajo qué condiciones.
El problema no es el Buró. Es el sistema financiero que lo usa como garrote, no como termómetro.
Lo peligroso no es cargar con un mal historial. Lo verdaderamente trágico es creer que borrarlo mágicamente va a corregir décadas de desigualdad financiera.
Esto no se soluciona quemando el archivo.
Se soluciona reformando el acceso, garantizando educación financiera desde las escuelas, y asegurando que el crédito no sea un arma, sino una herramienta.
Pero claro, eso no da tantos likes como una propuesta que grite “¡Fuera el Buró!”
1. Proverbios 22:7
“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.”
Este es quizás el versículo más contundente: advierte que endeudarse genera una relación de dependencia o incluso de esclavitud económica. No condena la deuda, pero la presenta como una posición vulnerable.
DÍA DEL PERIODISTA EN TLAXCALA
Oiga y después de tanto festejo por el día del periodista el pasado 1 de julio en Tlaxcala, en el que pareciera que en algunos ya hizo cruda y otros siguen borrachos de la emoción, me hizo mucha gracia la reacción de algunos amigos (A quienes quiero mucho y a otros que no tanto jajaja) en torno a mi foto abrazando a la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuellar Cisneros a quien le envío un nuevo abrazo con mucho afecto y agradezco su deferencia.
Y antes de que se me lancen algunos como los buitres y chacales que son, déjenme decirles que en el plano profesional, podré criticar y señalar desaciertos de la administración gubernamental cuando se me venga en gana y eso, estimados amigos, no es algo que moleste a la gobernadora, sino por el contrario, me pidió hace algunos meses que lo siguiera haciendo, pero con el mayor proresionalismo posible.
Y es que la crítica periodística no es mala, sino la intención y el abuso de calificativos desde redacciones de dudosa procedencia y algunos con perfiles falsos, que es como se ha generado mucha polaridad en las redes sociales en torno a los temas de interés común.
Y no, no ha medidado ningún contrato de publicidad con este medio o algún otro que represento ni mucho menos con mi persona o la empresa, se trató más bien, de un intercambio de ideas en el que el que coincidimos que las partes debemos hacer lo que corresponda desde nuestras trincheras en beneficio de Tlaxcala. Así de fácil, así de simple, sin condicionamientos, sin intercambios de ninguna especie.
Me es altamente insatisfactorio que se busque (desde algunos espacios) que los medios y en alguna medida, desde alguna asociación de periodistas, se provoque hasta la violencia a las autoridades por no ceder a caprichos y/o demandas con fines que no sean los informativos.
Incluso, hasta la inclinación política de una organización de periodistas es dañina o el desdén por el participar en actividades convocadas por las mismas autoridades.
Si alguien debe ser político en la política es aquél que vive de la política. Las relaciones públicas institucionales no son otra cosa que una relación de respeto y cordialidad que facilitan la comunicación.
Cuando un periodista convierte los temas públicos en personales, sólo pierde el periodista.
Es urgente que el profesionalismo de medios y periodistas se vuelque a través de la formación académica continua, no desde el romántico empirismo que no sirve más que para ocultar las deficiencias propias de quien redacta, porque para escribir hace falta más, mucho más que una credencial de prensa.
A ninguno de nosotros nos sobraría tener un código de ética como representantes de los medios de comunicación, como periodistas, como organizaciones civiles.
Porque para opinar, se necesita muchísimo más que un micrófono, una cámara o un espacio digital.
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