Homero HMH y otra vez escándalo en Zacatelco - 1
Homero HMH y otra vez escándalo en Zacatelco

Homero HMH y otra vez escándalo en Zacatelco

Cuando el pastel se convierte en crisis.

Quién lo diría: un pastel de cumpleaños podía detonar un escándalo en Tlaxcala. Nuestro Secretario de Educación Pública pensó que un #HMH en su pastel era un detalle divertido. Error garrafal. Porque en el universo digital, esas tres letras son más explosivas que cualquier titular político.

Lo que debía ser una celebración privada terminó siendo trending topic. Y no por los globos ni por las velas, sino por un hashtag que, en X y Reddit, no tiene nada de inocente. Pero tranquilos, el equipo de asesores parece vivir en otra dimensión: ni rastrean tendencias, ni prevén críticas, ni saben que hoy, hasta un postre tiene repercusiones políticas.

La ciudadanía, ya acostumbrada a cuestionar cada gasto y cada cierre de calle, encontró aquí el ejemplo perfecto de improvisación y vanidad. Un pastel mal pensado, un detalle que cualquiera podría considerar menor, se convirtió en símbolo de frivolidad y desconexión.

En política, los descuidos no se perdonan. Cada gesto, cada palabra y hasta la decoración de un pastel puede ser leída como falta de seriedad. Y mientras los responsables se saborean la “celebración”, la percepción ciudadana se sirve con ironía: un cumpleaños que pretendía ser dulce terminó amargando la imagen pública.

Cuando la seguridad se da a golpes.

En Zacatelco, la seguridad no sólo está en manos del regidor… también en sus puños. Sí, así como lo lee.

Gabriel Díaz, regidor de Seguridad —qué ironía—, decidió que la mejor manera de bajar el volumen de la música del vecino era subirle al volumen de los golpes.

Y así lo hizo en plena Avenida Zaragoza, con la naturalidad con la que otros van por un café, el regidor lo hizo a fregadazos contra uno de sus vecinos.

El episodio parece sacado de sobremesas: “Se enojó, llegó con gorra verde, se bajó del auto y pum… directo a los golpes”, narra el agredido.

Pero no, no es un chisme de vecinos: es la cruda realidad de Zacatelco, donde un servidor público golpea a un ciudadano por atreverse a tener el estéreo alto en un lote de autos.

Óscar N., la víctima, acabó en manos de paramédicos, no por la música, sino por la violencia de quien debería garantizar la paz.

Comerciantes y transeúntes fueron testigos involuntarios de una escena que mezcla asombro, indignación y pena ajena.

Lo más grave no es sólo la agresión, sino la paradoja: El regidor de Seguridad, encargado de proteger, se convirtió en protagonista de un espectáculo de abuso, arbitrariedad y prepotencia.

Si la seguridad depende de alguien que confunde su cargo con licencia para golpear a los demás, ¿qué queda para los ciudadanos comunes?

¿Este sujeto cree que tiene licencia de impunidad o que?

¿Si de por sí Zacatelco tiene problemas de inseguridad, este vato loco se cree dueño de plaza como si se tratara de una célula delincuencial?

Al rato ya va a querer pago de piso ¿No?

La violencia no fue un error momentáneo ni un arranque de desesperación, fue la reacción inmediata de sujeto con enanismo moral que con tantito poder eligió la vía rápida, la del puño y la arbitrariedad.

Y esto no es permisible ni tolerable. Gabriel Díaz debe presentar su licencia de inmediato. Sí, debe irse, y cuanto antes mejor. No hay excusas. No hay justificaciones.

Hoy Zacatelco vuelve a estar en boca de todos, pero no por sus tradiciones ni su comercio, sino porque su regidor de Seguridad protagonizó un acto de inseguridad.

La música dejó de sonar… pero lo que no se apagará tan fácil es la desconfianza y la certeza de que este funcionario debe pedir licencia y abandonar el cargo sin demora.

Comentarios