Un filtro muy puntual de los perfiles que quedan como candidatos le haría tanto bien a nuestro sistema político #Opinión #ColumnaInvitada @SaulCarreto2
Por: Saúl Carreto Martínez
Una reforma política que obligue a investigar y supervisar los perfiles de los candidatos le haría tanto bien a nuestra política mexicana. Y no es que en México no sobren los perfiles de líderes preparados académicamente, sino que además con seguridad hay políticos con una alta dosis de moralidad, respeto y salud mental que intentan llegar a las diputaciones, presidencias y gobernaciones. Sin embargo, el que gana casi siempre es el de más popularidad y el más amigo, no importa si es un pervertido o si tiene 80 denuncias en su haber.
Muchas veces la necesidad que atraviesan las familias hace que desde chavitos salgamos a buscar oportunidades y no excedamos en confiar en autoridades que nos prometen una salida. Pero la raíz del mal está en permitir postular a personas sin una mínima investigación de su experiencia y antecedentes judiciales.
La falta de supervisión en los perfiles de los candidatos hace que los corruptos usen nuestra política para escabullirse de condenas sociales y judiciales, porque no es lo mismo para la madre de un niño abusado denunciar a un particular que a su propia autoridad que cuanta con protección, dinero y muchas ventajas judiciales.
En esta etapa hasta para justicia le es difícil preceder, aunque cuente con las pruebas suficientes, ya que tiene que luchar con la protección parlamentaria que hacen más largo el proceso, mientras tanto estos delincuentes quedan libres esperando que prescriba y quizá cuando ya todo quede atrás vuelven a postular.
Son los partidos y representantes políticos los que deben ser coherentes con lo que dicen, ofrecen y piden a la ciudadanía para que los elija y supervisar minuciosamente los perfiles de sus candidatos, ya que esta sería una forma de erradicar conductas lamentables que tanto daño le hacen a la política.
Sólo para tener en cuenta, el 88,5% de los abusos en México los cometen personas conocidas por los niños y niñas y las denuncias que se hacen públicas y de trascendencia mediática afecta más psicológicamente a las víctimas, por lo que muchos no se animan a denunciar.
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